En más de una ocasión
hemos publicitado en este medio de comunicación la enorme ilusión por donar
material relacionado con nuestros ferrocarriles
que ha supuesto la creación del CIVV entre nuestra ciudadanía: billetes,
monedas, botones de uniformes, maletas, briquetas, faroles y un sinfín de elementos han ido llegando de
forma gratuita a nuestra sede de la calle Ferrocarril para que sean
restaurados y expuestos para el disfrute de turistas y vecinos. Sin embargo, en
el colectivo de La Maquinilla siempre teníamos clavada la espina de que alguna
persona que tuviera vínculo profesional con la línea Peñarroya-Puertollano aún no había
colaborado con el museo ferroviario cediendo algún objeto que ayudase a
reconstruir su historia.
Nuestro agradecimiento a la familia Solana Dueñas por las gestiones realizadas |
Tras un año y medio de existencia,
el CIVV de Peñarroya-Pueblonuevo tiene el placer de comunicar que por fin una familia ferroviaria que
trabajó en nuestros trenes de vía estrecha ha donado singulares piezas históricas. Se trata de una gorra de Jefe
de Estación, una decena de reglamentos de los años 30 del siglo XX, una máquina
portátil de expedir billetes, un casillero
donde se organizaban los billetes para su venta, un teléfono de
estaciones con manivela para la
comunicación con código morse y su correspondiente cuadro de claves. Aunque todos ellos, con la excepción de los
libros de reglamentos que si pertenecieron a
la Estación de Peñarroya, proceden de líneas de vía estrecha del
distrito de Cartagena (Cartagena-Los Nietos, principalmente) queremos significar
que perfectamente podían haber pertenecido al ferrocarril
Peñarroya-Puertollano, ya que las líneas
de vía estrecha españolas fueron integradas en FEVE (Ferrocarriles de Vía
Estrecha) en 1956, estando todo el equipamiento de personal y estaciones
estandarizado.
Pero los
protagonistas de esta bonita colaboración nunca son los objetos sino la
historia de las personas que los usaron o que los salvaron de su desaparición.
En nuestro caso debemos enorme gratitud a la
familia ferroviaria peñarriblense Prados Montanero, concretamente al padre y al hijo Cándido Prados.
Si bien se desconoce el momento en que el padre, Cándido Prados Llerena, ingresó en el ferrocarril de Peñarroya a Fuente del Arco y Puertollano, su hijo siempre lo conoció como jefe de tren, solicitando
el traslado a Santander junto a otros
muchos compañeros en 1965, cuando se atisbaba el cierre de nuestro ferrocarril
de vía estrecha, hoy vía verde. Allí permaneció hasta su infortunado fallecimiento en un choque de trenes ocurrido cerca de la estación
de Orejo, el 5 de mayo de 1982.
Cándido Prados, padre e hijo, posando juntos |
En cuanto al hijo, Cándido Prados Montanero, ingresa en FEVE en
1979 con la categoría de encargado del apeadero en Villaverde de Trucios;
en 1980 asciende a factor de circulación, prestando servicio en distintas
estaciones de la Línea Santander-Bilbao, cubriendo bajas; en 1981 consigue la
plaza de titular en Solares; en 1985 asciende a Jefe de Estación, destinado a Ribadeo (Lugo); en1986 es trasladado a la estación de Mogro, en Cantabria; en
1990 asciende a Inspector de Movimiento con destino en Oviedo; en 2000 es destinado
a Cartagena como Jefe de Línea; en 2002 pide volver a su antigua
categoría por no reconocerle la categoría que estaba desempeñando por parte de
la empresa; finalmente, regresó a Cantabria a Santander hasta su jubilación en
2014.
El ferroviario peñarriblense Cándido Prados Montanero |
En todas las donaciones hay actores
secundarios que son fundamentales para que estas se materialicen. Debemos
agradecimiento infinito a Félix Solana y
a Pauli Dueñas, vecinos de Peñarroya-Pueblonuevo y primos suyos, por haber
realizado las gestiones oportunas para que estos objetos puedan exponerse en el
CIVV.
Con esta donación, quizá la más
importante de todas las que se han realizado hasta la fecha, el museo del Centro
de Interpretación da un nuevo salto de
calidad que lo convierte en el máximo referente en su categoría en los 240 km de la antigua línea.
Esperamos y deseamos que este gesto
inspire a otras familias ferroviarias peñarriblenses que viven fuera para que continúen donando material histórico ferroviario. Si el ferrocarril Peñarroya-Puertollano fue su casa durante tantos años no hay mejor lugar que el CIIV para guardar sus recuerdos.
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