Sello en el pavimento de la Estación de Peñarroya y descubierto por uno de nuestros voluntarios durante una las labores de limpieza |
No contamos nada nuevo cuando explicamos que la Sociedad Minera y Metalúrgica de Peñarroya (SMMP) siempre tuvo preferencia por la utilización de productos franceses en el casi centenar de años que permaneció en la comarca del Guadiato. Este medio de comunicación ha publicado numerosos reportajes que hablan de la confianza que la multinacional francesa tenía en las manufacturas de su propio país: menaje del hogar, vehículos de transporte de personas, básculas, locomotoras, teléfonos, relojes y un sinfín de objetos inanimados hoy ponen de manifiesto una clara actitud de esta compañía por la defensa y, por qué no decirlo, por la ostentación de lo francés. Observamos cómo incluso esta tendencia era imitada por las familias asalariadas de las fábricas y minas que la Empresa tenía en Peñarroya-Pueblonuevo, lógicamente con limitaciones derivadas de su sueldo. Tener o comprar caros artículos galos era un símbolo de estatus en la colonia francesa de Peñarroya-Pueblonuevo, un elemento de distinción que fomentaban sin proponérselo los grandes responsables de la empresa y un ejemplo más de cómo la clase trabajadora siempre ha querido aparentar lo que no es a costa, si hiciera falta, de renunciar a su dignidad y su propio bienestar.
Todavía hoy, más de 50 años después de que el último francés abandonada suelo peñarriblense, persiste esta absurda conducta aspiracional entre los actuales habitantes de esta localidad cordobesa como residuo de aquella cultura de antaño tan idealizada.
Sin embargo, lo que jamás podíamos imaginar es que este nacionalismo exacerbado de la SMMP afectaría a elementos tan básicos como el cemento (y hormigón) con el que construían sus edificios. El resultado de las labores de arqueología industrial básica que la Asociación La Maquinilla está llevando a cabo en la Estación de Peñarroya de vía estrecha paralelamente a las labores de limpieza apuntan en esta dirección. Voluntarios de nuestro colectivo descubrieron la semana pasada que el pavimento de la sala de espera y, por consiguiente, de todo el complejo ferroviario era también francés, concretamente de la marca LAFARGE. La Wikipedia cuenta que esta compañía fue fundada en un pueblecito cercano a los Alpes llegando a ser la primera productora mundial de cementos, hormigones, áridos y yesos, posición que actualmente conserva unida a la suiza Holcim.
Logotipo de la empresa francesa que suministró el cemento con el que se construyó la Estación de Peñarroya ¿Casualidad? |
Por el texto del relieve que acompaña a la marca se infiere que esta sociedad no disponía de fábrica propia en el sur de España en el año en que empezó a ser construida la estación de Peñarroya (1891), sino que había un agente comercial llamado Simón Bema que importaba el cemento vía puerto de Sevilla o por tren para distribuirlo bajo licencia quién sabe si en toda Andalucía o en el sur de España.
Si bien se reconoce que no era grande el número de marcas y fabricantes de cemento en un país tan atrasado como lo era la España de aquellos tiempos y que por tanto no es descartable que Lafarge ejerciese una posición de monopolio, las certezas a las que hemos aludido al inicio del reportaje nos invitan a pensar que la elección del mortero francés por parte de la SMMP no fue casual.
Bien sea por gusto por lo propio o por desprecio por lo ajeno, tanto da, esta circunstancia nos lleva a plantear la hipótesis de que probablemente todas las estaciones, apartaderos y casetas, al menos de la línea Peñarroya-Fuente del Arco estuvieran hechas con productos Lafarge y, por consiguiente, todos los edificios erigidos en el Cerco Industrial hasta 1895.
Chovinistas hasta en el cemento. Así era la SMMP Estación de Peñarroya. Foto Ángel Perry |
Desde aquí, animamos a aquellos que nos leen, a los que poseen o visitan las infraestructuras de esta antigua línea ferroviaria o el Cerco con afán curioso o investigador a encontrar sellos como el protagonista de la entrada de hoy que refrenden estas esbozadas conclusiones con otros hallazgos similares. Cuando el trabajo de estudio sobrepasa el ámbito de nuestras funciones como asociación y el tiempo que podemos dedicarle, el compartir descubrimientos con los arqueólogos aficionados del espacio urbano y rural que somos todos podría dar respuesta al enigma y/o plantear preguntas que den lugar a nuevos descubrimientos.
En cualquier caso, aquí dejamos constancia, una vez más, de la apasionante historia humana, empresarial y técnica que nos ofrece el patrimonio industrial del Valle del Guadiato, algo que nos empuja con más fuerza todavía a recuperarlo como espacio útil para la ciudadanía.
El cemento que empleamos en la restauración de la Estación de Peñarroya ya no es Lafarge, como antaño Quizá sea porque los restauradores ya no son franceses |
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Excelente pesquisa.. propia de detectives del patrimonio industrial... enhorabuena
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