Es una historia más o menos aceptada con sus matices que el último trabajador francés abandonó Peñarroya-Pueblonuevo en 1968. Y es que el grupo de técnicos que trajo la empresa francesa era una comunidad nómada, bien pagada, bien tratada por la compañía y que aceptaba de buen grado por lo general el traslado a otros cercos ubicados en media Francia, Europa y parte del extranjero. Tan sólo unos pocos ingenieros galos tras su jubilación eligieron quedarse en su pueblo de acogida para pasar los últimos días de su vida. El cementerio francés da fe de esta circunstancia.
Así, desde los años 70 del pasado siglo, era poco habitual la visita del personal técnico francés al pueblo en el que se invirtieron los mejores años de su vida como también escasos los recuerdos que dejaron. Posteriormente, tras su marcha los propios habitantes de Peñarroya-Pueblonuevo, con algunas loables excepciones, fueron borrando más por indiferencia que por odio la huella francesa en las décadas sucesivas. Sólo basta observar el estado de conservación actual del Cerco Industrial y del barrio francés como prueba de cargo para explicarlo.
En los últimos tiempos, la sociedad peñarriblense ha empezado a mirar en ese baúl de su historia, ya casi vacío por el expolio y el olvido. Se ha recuperado el cementerio francés, se están restaurando patrimonio mueble en la localidad como los relojes Paul Garnier y existen intentos institucionales de recuperación y protección del Cerco Industrial.
A esta ofensiva conservacionista se ha sumado en fechas recientes el desaparecido ingeniero francés Rolando Bretón, muy aficionado la fotografía, que antes de su fallecimiento dio instrucciones a sus descendientes para que donara a esta localidad el archivo fotográfico personal que elaboró durante su estancia en Peñarroya-Pueblonuevo. El mencionado archivo permitió el conocimiento de numerosos procesos industriales de la SMMP, los usos y costumbres del personal técnico y la fraternal relación con los empleados peñarriblenses.
Fue su hijo Philippe, militar de alto rango hoy jubilado y que viviera en Peñarroya-Pueblonuevo hasta los 17 años, quien ya entrado en la ochentena cumplió la voluntad de su padre al entregar al Ayuntamiento toda aquella interesantísima información gráfica al Ayuntamiento de Peñarroya-Pueblonuevo en plena pandemia junto a dos cuadros pintados por una importante artista francesa, uno del interior de un chalet francés en el que vivían y otro del cerco humeante. Actualmente dicha colección representa el mejor archivo fotográfico que se conserva hoy sobre el Cerco Industrial.
Este proceso de donación ha ido desembocando en una relación de amistad con la archivera de la Asociación La Maquinilla Pauli Dueñas que a su vez ha fructificado en la visita de Philippe a Peñarroya-Pueblonuevo en varias ocasiones y en la organización de una exposición museográfica de todo el material donado en 2023.
En la actualidad, Philippe Bretón, cual Astérix, se siente un francés emigrante al igual que muchos peñarriblenses, tiene su corazón en Peñarroya-Pueblonuevo, sigue con interés todo lo que acontece en lo que considera su pueblo, está al día los trabajos de recuperación que se llevan a cabo en el patrimonio galo de la localidad y continúa colaborando con la recuperación de la memoria etnográfica de sus compatriotas.
Cuadro del Cerco industrial donado por la familia Bretón al Ayto. de Peñarroya-Pueblonuevo |
Como prueba de este compromiso en fechas recientes ha entregado a La Maquinilla una peana de hierro forjado con botijo diseñada por su padre Roland y fabricada por los trabajadores de los talleres generales del Cerco. Soporte y botijo serán expuestos en el museo etnográfico que estamos construyendo en la Estación de Peñarroya.
Queremos significar que este objeto, como el resto de la colección donada formaba parte del ajuar de la familia Breton, por lo que tiene un valor sentimental incalculable. Es por ello que La Maquinilla quiere dar las gracias a nuestro ilustre vecino francés Philippe Breton por este noble gesto que contribuye a un mejor conocimiento del estilo de vida de los franceses que hace más de un siglo transformaron el territorio en el que hoy vivimos.
Donaciones como la presente deben animar a peñarriblenses y a belmezanas que absurdamente guardan objetos relacionados con la vida cotidiana, el trabajo, los usos y costumbres trabajadores de la industria del Guadiato a entregarlos a instituciones filantrópicas que velan por su conservación y difusión so pena ser puestos a la venta en Wallapop o o tirados al punto limpio más cercano por parte de nuestros posibles herederos en un futuro no tan lejano.
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