lunes, 13 de enero de 2025

VIDA, OBRA Y ENSEÑANZAS DE UNA TEJA DE LA ESTACIÓN DE PEÑARROYA

Trozo de teja marsellesa que cubría el tejado de la Estación de Peñarroya en un principio

 


Los trabajos de limpieza y rehabilitación que estamos llevando a cabo  en la estación de Peñarroya llevan aparejados   labores de arqueología  industrial  básica  que están permitiendo demostrar con pruebas físicas que  la  información  aportada por memoria oral  es más fiable de lo que parece. Si hace unos meses hicimos público el hallazgo de que el cemento de los suelos de todas las estaciones de la línea Peñarroya-Fuente del Arco era de origen francés, la semana pasada una inocente plantación   en el  muro que separa el  Cerco industrial de la propia estación   arrojó la certeza de que las primeras  tejas de este edificio ferroviario   eran igualmente galas.  

Los testimonios orales de la localidad  hablaban  de la presencia  masiva  de teja  marsellesa en los primeros edificios civiles, ferroviarios e industriales construidos por  la Sociedad Minera y Metalúrgica de Peñarroya  (SMMP) en la pedanía belmezana de  Pueblonuevo del Terrible a finales del siglo XIX. Sin embargo, la realidad de quienes estudiamos el patrimonio industrial en el presente siempre nos devolvía una visión en la que la  teja sevillana y/o  alicantina era la protagonista.  De hecho, la cubierta actual de la estación de Peñarroya y otros muchos edificios industriales y civiles de la etapa francesa  tiene remesas  fabricadas en  Linares (Jaén), Sevilla y Almansa (Albacete).

El dato  que arroja un poco de luz a esta incongruencia, lógicamente sin documentación porque no la hay, se encuentra en las investigaciones que aseguran que fue en Marsella donde se  inventaron estas  piezas  planas de barro hacia 1840. La sencillez de instalación y un mejor  precio respecto  a otros  diseños tradicionales hicieron que pronto aparecieran versiones posteriores de esta patente francesa  en la cuenca Mediterránea, teniendo en España los mayores referentes productivos en la provincia de Sevilla y  Alicante. 

En una época en la que  el sur de España estaba empezando a industrializarse y donde por razones culturales  se empleaba la teja árabe con profusión   la hipótesis que barajamos  es que las primeras tejas  que montaba  la estación de Peñarroya  fueran traídas desde  Francia  por la empresa también francesa Fives Lille más por  falta de disponibilidad de esta tipología  en las proximidades que por patriotismo. Con el paso del tiempo, unos 20 años después, entendemos que en Sevilla gracias al boom constructivo y urbano previo a la Exposición de 1929  si se desarrollará una industria de teja plana digna de tal nombre, de ahí  que los últimos edificios construidos por la SMMP en Peñarroya-Pueblonuevo  (Almacén Central y edifico de la Dirección) tuvieran cubierta de  teja francesa fabricada  en Sevilla.

El descubrimiento casual de varios trozos de teja fabricada en Marsella diseminados en los alrededores de la Estación de Peñarroya  nos llevan a tres conclusiones: 1) Que no es correcto desde el punto de vista etimológico  llamar teja sevillana o alicantina a lo que es una teja puramente francesa y, por lo tanto, debería ser llamada teja francesa o teja marsellesa, aunque esté fabricada en Sevilla o en Alicante. 2) Que la teja original de la mencionada  estación era marsellesa siendo sustituida por una variante sevillana con posterioridad, en las sucesivas ampliaciones y reformas que tuvo en 1906 y 1956 respectivamente 3) Que la memoria oral es tan válida como un documento de archivo en muchas ocasiones y por ello  nunca debe ser despreciada.

La teja francesa original  fue sustituida por teja fabricada en Sevilla en las diferentes remodelaciones y ampliaciones de la estación
 

 

Hasta aquí la azarosa vida, obra y consecuencias de unos trozos de  teja francés encontrados en la Estación de   Peñarroya.. Los guardaremos como oro en paño. Todo elemento que nos rodea en el Cerco de Peñarroya, por muy insignificante que sea,  tiene una bonita e impresionante  historia detrás.  Sólo hay que saber apreciarla. Sabemos también que hay una mayoría de  gente que aún no ha aprendido hacerlo todavía. Sin embargo,  comprobamos como  cada vez hay más gente que si lo hace. Eso es lo que nos mueve a continuar con nuestro trabajo. 



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