jueves, 13 de diciembre de 2012

La Vía Verde del Inodoro


Todas las vías verdes de nuestro país tienen un nombre oficial, el cual suele estar relacionado con la zona o accidente geográfico por el que transita (Vía Verde de la subbética, Vía Verde de la Campiña, Vía Verde de la Sierra Norte de Sevilla, por ejemplo). Las entidades que gestionan y construyen este tipo de infraestructuras necesitan establecer una denominación, más o menos seria, más o menos formal, con el objetivo de facilitar su identificación (libros, internet, prensa, publicidad...) por parte de los potenciales usuarios.

No obstante, el asunto nominativo de las Vías Verdes nunca termina en este punto. El pueblo llano establece a partir de las primeras nuevas denominaciones oficiosas, basadas en aspectos que nada tienen que ver con lo físico o lo geográfico, sino más bien con lo social, con la experiencia de la comunidad que la usa, o bien con la idiosincracia del  ferrocarril que ocupó previamente su lugar (Vía Verde de La Maquinilla, Vía Verde del Plomo, Vía Verde de la Gasolina, etc.). Pero lo más curioso de todo este asunto es que en la mayoría de los casos, el sobrenombre popular posterior acaba siendo más importante que el equivalente técnico original. El ejemplo que mejor ilustra lo refereido lo tenemos cerca, en  la Vía Verde de la Subbética. La primera vía verde de la provincia es más conocida como Vïa Verde del Aceite ya que el ferrocarril sobre el que se asienta la misma discurre por las poblaciones olivareras de Jaén, Córdoba y Sevilla. Asimismo, la Vía Verde de la Campiña, también en nuestra provincia, es conocida cariñosamente con el apodo de "la Marchenilla", porque el ferrocarril precedente unía la capital califal con Marchena y posteriomente con Sevilla, por el sur. Éste último apelativo, no obstante, ha tenido menos repercusión que en el anterior caso.  

En estas circuntancias los usuarios que circulan por la Vía Verde de La Maquinilla ya han empezado a desarrollar su nomenclatura paralela y en los últimos meses ha sido bautizada como Vía Verde del Inodoro, por ser la única de España que cuenta con un WC abandonado junto a la plataforma ferroviaria. Si bien este último dato no ha sido del todo contrastado, lo que si ha quedado demostrado es que tenemos entre nosotros a un guarro por oposición.


Hasta ahí todo sería normal, si no fuera porque tal apodo nos perjudica claramente. Y es que ese pedazo de cerámica varado en la tierra a su suerte es una metáfora de cómo la gente del Guadiato se ve a sí misma, y lo que es peor, de cómo quieren que seamos vistos por aquellos que nos visitan desde lejanas tierras. Nunca he creído en ese asunto tan  atávico como arbitrario de las famas y los pueblos. Sin embargo, episodios como el que les presento me hacen replantearme si la reputación de incívicos que tenemos es más veraz que injusta.

La aparición de un inodoro en nuestra Vía Verde no solo supone un verdadero problema medioambiental sino un gran perjuicio para la imagen de la Vía Verde de La Maquinilla. Y lo realmente grave es que supera el ámbito al que se circunscribe: dice mucho y malo de todos nosotros como comarca, aunque solo lo haya puesto uno de los nuestros puercos profesionales.

La Vía Verde de La Maquinilla es uno de los escasos recursos endógenos de la zona capaz de atraer, por sí misma, visitantes y turistas, bien sea a pie, en bicicleta o a caballo. Mientras los ciudadanos de este territorio no perciban que detrás de cada trasto arrojado a la Vía Verde está toda su población, la gente que nos visita, que la hay, seguirá viendo en el Guadiato un inmenso retrete sobre el que cualquiera puede verter lo que quiere. El hecho de que las administraciones nos hayan usado históricamente como una de las letrinas nacionales no debe inducirnos a comportarnos como auténticos cerdos. Eso es algo así como darles la razón.

Wáteres aparte, todos sabemos que, más tarde o más temprano, la Vía Verde del Guadiato acabará siendo construida. Otra cosa muy distinta será que la merezcamos. Comportamientos como el de este ciudadano, y ya es decir mucho sobre él (o ella), pone de manifiesto cuán lejos estamos de ella desde el punto de vista conceptual.

Lógicamente, la persona que ha cometido este atropello es un guarro. Sin embargo, el problema no radica tanto en que lo sea, sino en que es nuestro, es decir, que tenemos y tendremos que seguir soportándolo durante bastante tiempo. Hay barreras mentales que son, en ocasiones, más difíciles de derribar que las económicas y/o políticas.

¿Qué hacer? Aprender a convivir con ellos aunque sea difícil, denunciarlos cuando sea posible y aplicar la receta que llevamos aplicando desde hace dos años: seguir trabajando hasta lograr que la que hoy es la Vía Verde del Inodoro se convierta mañana en la Vía Verde de la Responsabilidad.   


1 comentario:

  1. Sí, así es Rubén, hay que reconocer que hay gente “mu guarra” que no merecen nada más que un estercolero en el patio de su casa. Hace ya algunos años, en uno de mis largos paseos, me topé con una contrariedad igual a la que tú comentas en esta entrada de vuestro blog. Ésta se engendró en una carretera comarcal de nuestra tan inestimable Comarca, valga la redundancia, allá por el verano del 2006. Échale un vistazo a esta entrada: http://tierradeyerros.blogspot.com.es/2010/02/soliloquio-de-un-inerte.html para que veas que los inmundos perduran y se repiten en el tiempo…

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