viernes, 14 de enero de 2011

La conservación del Patrimonio: una actitud personal.



Solemos reservar la palabra patrimonio para referirnos a grandes monumentos de la antiguedad y recintos  que, por su relevancia histórica, han sido protegidos por el Estado o las Comunidades Autónomas para su conservación. Esa actitud, no sé si fomentada por el turismo de masas o el programa de televisión  "Españoles por el mundo" nos lleva ocasiones a subestimar, cuando no menospreciar, pequeñas construcciones de nuestro entorno más próximo, edificios que se ven desposeídos de las características que los hacen únicos por no estar debidamente valorados, catalogados y/o reconocidos por nuestras autoridades. En algunos casos la transformación  ha sido tan agresiva que, a veces, es preferible la ruina del sitio para que, al menos, "conserve" parte de su esencia.

A lo mejor no lo saben, pero estamos rodeados de patrimonio de un valor incalculable: Patrimonio industrial, pero incalculable. Y, sin embargo, vemos como desaparece delante de nuestras narices, cuando no lo hacemos desaparecer en nombre de nuestro gusto caprichoso, como un sano y democrático ejercicio de libertad de expresión.

Es cierto que el  industrial ha sido considerado históricamente el hermano pobre de todos los patrimonios; algo así como un patrimonio de segunda división. No obstante, no podemos negar nuestra parte de responsabilidad, como ciudadanos, en la preservación de lugares históricos propios. El hecho de que las autoridades no hayan sabido o no hayan podido preocuparse por nuestras construcciones del pasado no nos exime del deber individual por conservarlas.

Conseguir que nuestros espacios sean reconocidos como lugares de interés cultural, social o histórico requiere, en primer lugar, de la protección y el respeto de la gente que vive aquí. Así y solo así nuestro patrominio tendrá una oportunidad para sobrevivir.


3 comentarios:

  1. Tienes toda la razón. Enhorabuena por el artículo.

    ResponderEliminar
  2. Gracias. El primer paso para solucionar un problema es reconocerlo.

    ResponderEliminar
  3. Me recuerda a la casa de mi niñez. Gracias por este espacio.

    Cariños,

    Doral.

    ResponderEliminar