Antigua dirección de la SMMP en Peñarroya-Pueblonuevo, hoy centro mayores virgen del Rosario Fuente:wikipedia |
Cuando este colectivo inicia un proyecto de puesta en valor de algún elemento vinculado a la industria de nuestro municipio solemos encontrar tres tipos de personas: 1) los que te animan a continuar con sus palabras de aliento 2) los que lo desprecian en redes sociales por ignorancia 3) Los que aportan información que no sabías y que te hace escalar un nuevo peldaño de conocimiento. De todos ellos consideramos el último grupo como el más valioso, porque es muy escaso y porque te incita a poner en marcha nuevos proyectos de recuperación. Francisco José Aute es una de este selecto grupo.
Francisco José Aute posando sobre el lugar en el que estuvo ubicada la piedra de la Dirección de gran importancia etnográfica y técnica para Peñarroya-Pueblonuevo y la comarca del Guadiato |
Toda actividad minera ha de dotarse
necesariamente con una topografía de extrema precisión, especialmente para las
labores subterráneas donde sin ella los avances se realizarían de manera ciega,
al no carecer de referencias visibles. Solamente un cuidadoso control de las
cotas, niveles y direcciones permite que las obras subterráneas puedan alcanzar
sus objetivos con exactitud. Por ejemplo, si se acomete la excavación de una
galería que deba encontrarse con otra, es preciso conocer con precisión a qué
nivel se encuentra la ya existente, en que cota se comienza a excavar y a
mantener con precisión esa cota o en su caso dándole la inclinación y la
dirección adecuadas durante el trazado de la nueva obra, de otra manera sería
prácticamente imposible conseguir que ambas galerías se encontrasen. Para tener
precisión en todas estas medidas, hace falta tener una referencia común, un
punto cero fijo a partir del cual se establecerán, por encima o por debajo,
todos los niveles.
Hasta el último cuarto del siglo XIX
en España no existía un punto común que fuese utilizado universalmente como
punto de partida para todo el país, y la hora de planificar o comenzar una obra
de envergadura, solían fijarse como punto cero según criterios en mayor o menor
medida arbitrarios. En muchas ocasiones se tomaba la cota de Madrid como base y
en el caso de obras provinciales, se tomaba como punto de partida la base o el
zócalo de algún señalado monumento o edificio de la capital. Los ferrocarriles,
por ejemplo, solían tomar como cotas cero las situadas en sus estaciones
centrales, en medidas actuales la estación de Atocha está situada sobre los 640
metros. El kilómetro cero de la Puerta del Sol en torno a los 650 metros y en
Córdoba la estación de MZA está justo en 123 metros.
Como es evidente que cada lugar tiene
su propia altitud solía tomarse como referencia la altitud del mar en algún
puerto próximo ya que se pensaba que el nivel del mar era el mismo en todo el
mundo de manera que cualquier punto era bueno para comenzar a medir. En España
el nivel medio del mar en San Fernando, Cádiz, se popularizó mucho como cota
cero por la fiabilidad de las mediciones hechas por la Marina y que fueron
tomadas como referencia por numerosos particulares e instituciones.
En el caso de Peñarroya cada sociedad
minera usaba sus particulares sistemas de medición según normas tomadas por la misma
compañía en base a sus propios estándares, siendo lo más habitual el amojonar
un punto cero en algún enclave de sus concesiones independientemente de su
altitud real con respecto a las costas. También con frecuencia era considerada
una reseña válida la cota establecida en 1868 por el ‘Ferrocarril de Ciudad
Real a Badajoz y de Castillo de Almorchón a Belmez’ en su estación de
Peñarroya, y que parece ser que hacía referencia relación al nivel del mar en
Málaga.
Libro de trabajos topográficos de la SMMP en la que aparece la referencia de la piedra de la dirección así como su cota exacta: 535,533m. (colección FJ Aute) |
Consta que la Sociedad Hullera y
Metalúrgica de Belmez usó indistintamente varios sistemas para establecer sus
cotas de nivel en las minas, generalmente se tomaba como nivel cero la base del
castillete del pozo cuando estos eran de mampostería, y a partir de ahí se comenzaban
a descontar alturas.
Con la implantación generalizada del
Sistema Métrico, el flamante Instituto Geográfico Nacional (1870) decidió que,
al igual que en los demás países que adoptaron los patrones decimales, se
fijaría una referencia nacional que serviría de punto cero para establecer las
altitudes de toda la península. Para entonces ya se sabía que no todos los
mares tienen la misma altura llegando a haber, por ejemplo, algunos metros de
diferencia entre el Atlántico y el Mediterráneo por lo que se decidió señalar
un único punto para hacer las mediciones y para ello se escogió Alicante donde
en la década de 1870 a 1880 se midieron los niveles del mar Mediterráneo en
dicha ciudad siendo considerada la media resultante de dichos niveles como
altitud cero para toda la península. En el caso de los archipiélagos se tomaron
medidas en la isla más importante de cada uno.
En 1881 se fundó la Sociedad Minera y
Metalúrgica de Peñarroya y comenzó la gran expansión de la minería del carbón
en nuestra cuenca y de la del plomo en las comarcas vecinas de Badajoz, los
Pedroches y Ciudad Real. La nueva empresa ya no podía depender de mediciones
arbitrarias de nivel, pues necesitaba de una referencia precisa e igual para
todas sus explotaciones tan alejadas entre sí, por lo que decidió ajustarse a
la recién estrenada referencia nacional, lo que por otra parte era obligatorio
por ley. Como para entonces aún no se habían extendido las mediciones fiables por
el país la SMMP decidió hacer su propia medición para lo que envió una
expedición de geómetras a Alicante.
Los topógrafos de la SMMP, al mando de monsieur Bonnaure, partiendo del monolito que señala el nivel medio de las mareas en Alicante, comenzaron las mediciones en dirección a Peñarroya avanzando muy frecuentemente campo a través durante los muchos meses que duró el trabajo. Una vez aquí establecieron una cota de altitud definitiva que quedó fijada en 535’5 m. Esta cota fue señalada por un mojón en la pequeña plaza que formaban las antiguas oficinas de la SMMP y desde ella había que partir al iniciar cualquier nueva labor de topografía. Desde la Piedra de la Dirección se establecieron los niveles para todas las minas y otras instalaciones y a partir de ella se establecieron también todas las demás nivelaciones necesarias, entre otras, las precisas para la construcción del ferrocarril de vía métrica de Peñarroya a Fuente del Arco.
Servicio de Topografía de la SMMP |
Esta cota se consideró siempre como segura
y definitiva y era de uso obligatorio para cualquier medida que tomasen los
técnicos de la SMMP, por lo que la importancia de la Piedra de la Dirección es
manifiesta cuanto que a partir de ella se establecieron los parámetros de
construcción de casi todos los edificios del Cerco Industrial, las viviendas de
empleados, los niveles de todas las minas y de todos los edificios públicos de
Pueblonuevo del Terrible ya que al ser esta medida tan fiable en ella se
basaron también todos los trabajos de obras públicas y civiles de envergadura.
Con la construcción en 1918 de un
nuevo edificio para oficinas, la Piedra de la Dirección fue respetada pero
perdió su posición central con respecto a los edificios quedando inscrita
dentro de un parterre a escasos tres metros de los muros de la nueva
construcción próxima a la entrada principal donde permaneció hasta hace muy
poco y de donde nunca debió desaparecer.
En 1993, con la transformación del
edificio de la Dirección en internado escolar, la Piedra estuvo a punto de
desaparecer y la Concejalía de Cultura intervino para su conservación lo cual
la salvó aunque parece que el asunto no trascendió aunque puede ser también que
lo que la salvó fueron las dificultades por las que pasó el extinto colegio que
le impidieron acometer un adecentamiento de los parterres donde estaba este
mojón.
Muy poco tiempo después la Piedra de
la Dirección volvió a estar en peligro con las nuevas obras que sirvieron para
convertir este edificio en residencia para mayores nuevamente intervino la
Concejalía de Cultura que terció ante los constructores y propietarios no ya
sólo para mantenerlo si no para restaurarlo y ponerlo en valor con algún tipo
de placa que explique su historia en lo que todos quedaron conforme. Como todo
aquello no pasó de las buenas intenciones, en algún momento de los últimos años
en cualquier trabajo de jardinería la piedra fue arrancada o, tal vez esté bajo
una capa de tierra y césped lo que sería probablemente fruto del
desconocimiento de su valor histórico y simbólico.
Lo mejor sería dedicar a aquella
reliquia el muy pequeño esfuerzo que se necesitaría para levantarla de nuevo,
no más allá de buenas intenciones y tres o cuatro kilos de cemento, lo diría
mucho en favor quienes lo hiciesen y contribuir así a la conservación de
nuestro patrimonio. La guinda sería incluirla en el catálogo local de bienes de
interés cultural y así proporcionarle los medios legales para que su existencia
no vuelva a estar en peligro por ninguna causa pudiendo así por muchos años
recordarnos la pequeña gesta que aquellos topógrafos, geómetras y portamiras
realizaron desde Alicante hasta aquí y que en ella veamos el vértice desde
donde se planificó el crecimiento de Peñarroya y Pueblonuevo del Terrible.
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