lunes, 9 de marzo de 2020

Aprendiendo a ser una asociación normal



Nunca hemos sido un colectivo normal. Lo ponen de manifiesto tanto unos objetivos que nos hacen ser singulares incluso dentro de la temática industrial, como las actividades que realizamos tales como limpiar basura, plantar y cuidar árboles o crear una identidad alrededor de las chimeneas industriales de ladrillo. 

Otro de los factores que nos hacían ser diferentes del resto de asociaciones de nuestra zona era que no organizábamos una comida de convivencia que permitiera conocer a nuestros directivos y colaboradores un poco mejor y, ¿por qué no? compartir un rato agradable fuera de nuestros retos y  frustraciones diarias, que no son pocas. El motivo, o la excusa, según se mire, siempre era la falta de tiempo. Y es que para quienes no lo dedican a ninguna actividad filantrópica o altruista  seguramente no entienda que conciliar, vida personal, trabajo y luchar por cumplir con los fines marcados no siempre es fácil. 


Asumiendo la primera parte del relato, es  decir, que nuestros fines no pueden cambiarse para ser  un poco más iguales al resto entre otras cosas  porque no queremos hacerlo y porque creemos en la importancia de lo que hacemos, en cambio si hemos querido imitar a otros colectivos en lo segundo, organizando una comida de convivencia. Esta leve alteración de nuestro ADN ha sido propiciada, en primer lugar, porque era necesario encontrar una cita anual para charlar de otras cosas, en segundo lugar, porque apenas hemos tenido oportunidades para vernos durante toda nuestra singladura y, en tercer lugar, porque también merecíamos  hacernos un pequeño  homenaje tras  casi 10 años  reivindicando, plantado árboles, cuidándolos, regándolos y arreglando chimeneas.




De modo que el pasado 7 de Febrero nos citamos en el parque periurbano de Peñarroya-Pueblonuevo que tantos desvelos nos ha causado y nos causa hoy en día para disfrutar de la amistad y  recordar lo bueno que hemos vivido peleando por la transformación de los trazados ferroviarios del Guadiato en Vía Verde y la conservación de nuestro Patrimonio Industrial. 


Bien es cierto que no estuvimos todos, pero si nos citamos en número suficiente como para cumplir con los cánones de esa normalidad a la que aspiramos pero que nunca alcanzamos como entidad como consecuencia de la debilidad de los lazos que unen a quienes formamos parte de ella. 


El resultado fue una bonita tarde en compañía de nuestros sufridos familiares, a los que no podremos devolver  todo lo que hacen por nosotros durante todos estos años, algunos socios, directivos y amigos de La Maquinilla.   



Y puestos a ser sinceros, confesamos que nos gustó la experiencia de probar a  ser normales por un día. Esperamos repetirla  el año que viene. Hoy, como ayer,  como mañana, hemos vuelto  a   la excepcionalidad  del no puedo, voy a echar una mano un rato, o a comunicarnos sin vernos por  el  grupo de Whatsap. No nos  importa. Hemos logrado ser  normales por un día. 


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