Una mala costumbre que hemos ido adquiriendo los españoles durante los años de falsa bonaza económica es la tendencia a construir infraestructuras, unas necesarias, otras absurdas, las cuales, bien por una falta de previsión económica, bien por una mala planificación, no son sostenibles en el tiempo y lo que es peor, son abandonadas una vez han sido extraídos los réditos electorales.
Esta política de usar y tirar, de conseguir para después abandonar, de construir para después desatender a la que nos hemos aficionado tanto gestores públicos como ciudadanos (no sabemos quién empezó antes) ha tenido y tiene aún hoy, unos costes económicos y sociales enormes.
Y es que, pese al fuerte varapalo que nos hemos llevado en la última década por nuestra falta de coherencia en la solicitud y la realización de obras públicas, todavía continuamos aprendiendo algunas lecciones básicas que ya deberíamos tener claras.
No tenemos que irnos a Valencia y sus construcciones megalómanas o a Córdoba y a su aeropuerto sin aviones o a Villanueva de Córdoba y su estación de AVE sin pasajeros para entender que el dinero se gasta donde no se debe y que aquello que se hace no se mantiene en la condiciones adecuadas. El ejemplo lo tenemos más cerca de lo que pensamos, por ejemplo en nuestra vía verde.
Todos conocemos las fuertes inversiones y mejoras que desde que comenzamos a trabajar en este asunto se han hecho en las Vía Verde de La Maquinilla: colocación de papeleras, creación merenderos, instalación de bancos y vallas de seguridad, explanación, plantación de árboles, señalización han ido cambiando paulatinamente a mejor nuestro paisaje minero y nuestro entorno cercano. Entre todos, autoridades y ciudadanos, hemos logrado que la Vía Verde sea un referente patrimonial indiscutible, un revulsivo social y cultural de nuestra zona. Podríamos decir que el dinero público se ha gastado bien en una infraestructura que era necesaria. Hasta ahí nada que objetar.
Ahora bien, una vez logrado lo aparentemente más difícil, el verdadero problema surge a la hora de mantener lo conseguido: ha vuelto la suciedad a algunos tramos de la Vía Verde, se vuelven a arrojar escombros, hay espacios literalmente engullidos por las malas hierbas y continúan los malos usos de los ciudadanos por su falta de educación vial y por una insuficiente observancia de nuestros cuerpos de seguridad.
El último Profea no ha servido para resolver algunos de los problemas anteriores por una relajada gestión de los tiempos y los medios tanto humanos como materiales. A falta de un ente de carácter comarcal que vele por estas cuestiones, como ocurre en otras zonas de España la responsabilidad del mantenimiento y promoción recae, lógicamente, sobre nuestros Ayuntamientos.
Somos conscientes de las limitaciones de medios de las actuales corporaciones municipales para atender las necesidades de nuestra población menguante, envejecida y diversa y tratamos de colaborar con ellas en todos los sentidos, al igual que ellas lo hacen con nosotros. Sin embargo, entre nuestros deberes asociativos también se encuentra recordarles cuándo no están cumpliendo con sus obligaciones.
Igual se trata de un problema de origen cultural aún no resuelto, pero nuestras autoridades o incluso la gente deben entender que la Vía Verde no es todo aquello que más o menos hemos convenido en llamar "el campo", eso que es de todos (o de unos cuantos) y que hay que cuidarlo y respetarlo al albur del buenismo inoperante, sino que ya es como un parque de nuestros pueblos, un polideportivo, una calle o un colegio, esto es, un elemento más para garantizar el bienestar de nuestros ciudadanos y promocionar nuestra tierra.
Por ello, ahora más que nunca, reivindicamos el valor de la Vía Verde de La Maquinilla como servicio público al tiempo que recordamos a nuestras autoridades la necesidad de que resuelvan los problemas que actualmente afectan a su uso y disfrute.
Un buen comienzo ha sido, sin duda, el desbroce el primer kilómetro de la Vía Verde y el arreglo de la caseta del kilómetro 0. Decorada en 2012 a través de un proyecto educativo internacional del IES José Alcántara de Belmez por uno de los más reconocidos grafiteros de Andalucía (Luis Triviño), el edificio demandaba de manera urgente una restauración tras meses de deterioro.
Finalmente, la colaboración de todos los actores implicados, desde los niños del pueblo hasta el Ayuntamiento, pasando por el Instituto de Belmez y la Asociación de Padres y Madres de alumnos, ha hecho posible el repintado de sus murales. La caseta ha quedado como nueva.
Deseamos que esta actuación sirva para que nuestros Ayuntamientos se impliquen un poco más en el mantenimiento de esta ruta cultural que recibe cientos de visitas a la semana, y cuya afluencia se incrementa en verano, con la llegada de nuestros ilustres y añorados emigrantes.
Nos ha costado mucho esfuerzo pasar de la denominación de plataforma ferroviaria abandonada de La Maquinilla a Vía verde de La Maquinilla. De nuestros Ayuntamientos en gran medida y de nuestros vecinos en menor medida depende que no volvamos a la casilla de salida.
MAGNIFICA LABOR LA VUESTRA , ES PARA QUITARSE EL SOMBRERO.
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