El Plan Nacional de Patrimonio Industrial es una herramienta creada en 2001 por por el Instituto del Patrimonio Histórico Español con el objetivo de establecer una metodología de actuación unificada sobre los bienes nacionales de origen industrial, programar inversiones de acuerdo con sus necesidades de conservación y coordinar la participación de las distintas instituciones que intervienen en la conservación de los mismos.
El mencionado plan estableció como punto de partida la creación de una Comisión nacional en la que se pudieran marcar prioridades, articular mecanismos de acción y consensuar decisiones.
Hasta la fecha, el trabajo desarrollado ha discurrido por dos vertientes, básicamente: 1) legislativa. desde la puesta funcionamiento del Plan, se han destinado grandes esfuerzos a regular el Patrimomio Industrial en el marco legal de cada Comunidad Autónoma, con más o menos éxito. Así, por ejemplo, en Andalucía, el texto de la ley de Patrimonio (14/2007) dedica todo un Título (el séptimo) al Patrimonio Industrial, específicamente. Sin embargo hay regiones como Cantabria, Canarias o Castilla y León en las que éste ni siquiera se menciona. 2) la práctica: hasta 2010, el ridículo presupuesto con que ha contado el plan citado ha servido para realizar 22 intervenciones, 4 en Andalucía (Altos Hornos de Marbella, Fábrica de Artillería de Sevilla, Caminito del Rey en Málaga y Cable Inglés de Almería). Todas ellas han consistido en la redacción de Planes Directores, la elaboración de Estudios y Proyectos, así como la ejecución de obras, según casos.
Asímismo, dicha Comisión, a instancias del TICCIH (Comité Internacional para la Conservación de Patrimonio Industrial) confeccionó un catálogo mínimo de sitios de la geografía española sobre los que sería necesario actuar antes que finalice 2020. El Cerco Industrial de Peñarroya es el único conjunto de patrimonio industrial de la provincia de Córdoba que está incluido en este listado y el único del catálogo en Andalucía sobre el que no se ha realizado ningún tipo de actuación.
Desde el año 2002, los aciertos en relación a este lugar arqueológico han venido patrocinados, exlusivamente, por el Ayuntamiento de la localidad (compra de los terrenos y apertura de un expediente para su conversión en BIC). Nada más se ha hecho y nada más se espera, que es lo más grave, en relación al futuro inmediato del Cerco, salvo la destrucción, el expolio. Es por ello que cuando aparecen en la red vídeos autocomplacientes sobre el Plan no podemos evitar esbozar una irónica sonrisa.
Felicitarse por lo poco que se ha hecho o recordar lo mucho que queda por hacer. La gente colocada en cualquier puesto de responsabilidad con carácter político se mueve entre estos dos parámetros cuando escribe, habla o responde a las preguntas de una entrevista. La protagonista del vídeo, a la que no tengo el gusto de conocer y que debe saber mucho sobre esto, ha elegido la primera opción. Ignoro si por iniciativa propia o aleccionada por un estamento superior. Cuando quedan tantos lugares comprometidos y desatendidos por toda España entre los que se encuentra el nuestro, la postura más coherente del poder que lo gestiona nunca es fabricar propaganda. Existen fórmulas más adecuadas y, sobre todo, más sensibles para explicar el Plan Nacional de Patrimonio Industrial.
Un gobierno como el español, con 30 años de retraso en el fomento y protección del Patrimonio Industrial en un entorno europeo y pese a sus escasos recursos económicos tiene la obligación, al menos, de reconocer a los olvidados. No socorrer a quienes necesitan ayuda es una forma de olvido, pero no recordarlos cuando es pertienente es la forma más cruel de olvido, porque significa dejación, abandono. Y así es como nos sentimos cuando visionamos este reportaje, además de cabreados.
Como dueños de uno de los patrimonios industriales más importantes de España nos hubiese gustado vernos reflejados en el vídeo de encabezado, para qué mentir, aunque sólo fuese para sentir que existimos. A veces, la memoria del que no hace nada o del que no puede hacer nada no arregla las cosas, pero sirve para mantener el ánimo de quienes luchan por encontrar un futuro mejor para su pasado.
Conviene recordar a estos señores tan preparados que viven tan lejos del mundo real que la mejor publicidad de un Plan es siempre cumplir los compromisos adquiridos.
Los documentos públicos del Plan Nacional de Patrimonio Industrial indican que la Comisión homónima dispone todavía de 6 años para mejorar la situación patrimonial del Cerco Industrial de Peñarroya. No perdemos la esperanza de que nuestro Cerco aparezca en el vídeo de propaganda de 2015, 2016, 2017, 2018 2019 o 2020. Desde aquí, desde la tierra de los olvidos (¿será capital?), les enviamos mucha fuerza y ánimo a todos ellos.
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