Existen dos maneras de construir una Vía Verde: la primera, que sea hecha por grandes administraciones en determinadas zonas sin que nadie las haya pedido, o bien, y esta es la segunda opción, que los ciudadanos de determinados lugares, hastiados de esperar en algunos casos durante más de 15 años, comiencen a construirla con medios propios hasta que el ruido de sus acciones sea tan fuerte que acabe traspasando los gruesos y duros muros que a veces se interponen entre el poder y las personas.
La primera alternativa ocurre en el 95% de los casos en nuestro país, quedando tan sólo un exigüo 5% para la segunda opción.
No es fácil que la gente se movilice desde un punto de vista general para reclamar cualquier cosa y mucho menos para demandar una Vía Verde. Tan excepcionales son estos movimientos ciudadanos entre los que se incluye el de "La Maquinilla" que éstos comienzan a ser objeto de estudio en diferentes Congresos y Comunicaciones nacionales e internacionales.
Así, el I Congreso Internacional sobre Enseñanza de Educación Física y Actividades en el Medio Natural, celebrado en San Javier (Murcia) el pasado fin de semana es el último de estos eventos en el que la labor de nuestra Asociación ha sido protagonista. Pablo Luque, como máximo experto nacional en materia de Vías Verdes y como colaborador puntual de nuestro colectivo se ha desplazado hasta allí para contar la bonita historia de un puñado de ciudadanos de la comarca que una vez soñaron que una Vía Verde en el Guadiato era posible y de cómo el tesón y las ganas de trabajar de las personas anónimas pueden llevar a cambiar algún aspecto de su realidad cercana.
Pablo Luque, profesor de la UCO, durante una de visitas,
en el Vial Norte de Peñarroya-Pueblonuevo (Vía Verde del Guadiato)
Bien es cierto que cuando fundamos este movimiento, jamás pensamos que seríamos un espejo donde la gente pudiera mirarse. Había tanto por hacer y, a día de hoy, sigue habiendo tanto por hacer en materia de Vías Verdes y Patrimonio Industrial en nuestra tierra que no podemos permitirnos emplear tiempo en estas disquisiciones. Corresponde a los investigadores de este país (Pablo Luque es uno de ellos), como profesionales que tienen una visión de conjunto, establecer estos criterios de ejemplaridad y excepcionalidad.
No obstante, una vez aceptado que, de algún modo, nos hemos convertido sin pretenderlo en una referencia, lo único que podemos hacer para agradecer que expertos como Pablo se acuerden de nosotros de vez en cuando es seguir trabajando, partido a partido (Gracias "Cholo"), como hasta ahora. Ser ejemplares supone, ante todo, una responsabilidad, más que una oportunidad para el lucimiento.
Esperamos y deseamos no perder esta condición que se nos ha atribuido y, si por efecto de este juego de héroes a villanos y viceversa que es la vida nos la quitasen, que no perdamos, al menos, el cariño, el respeto y el apoyo de nuestra propia gente.
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