Sí, lo reconozco, a la vez que escribo esto, estoy viendo el Festival de Eurovisión. Este año me ha dado por ahí.
Aunque siempre
me pareció el festival de la OTI muchísimo más divertido que el de Eurovisión,
como hace años que dejaron de hacer el primero, sólo queda el segundo. Les
debió parecer a los de la tele que lo de los ritmos latinos y cantar en
español no era lo suficientemente moderno y decidieron suprimirlo, por lo que sólo
nos queda el festival de la vieja Europa.
Eso de ser
“vieja” tiene sus inconvenientes, pero también algunas ventajas, y una de ellas
es lo que ha sucedido este año. Como el país que gana un año, organiza el festival del
año siguiente, nada más acabar el de 2013 ya estaban los daneses pensando dónde
iban a montar el de 2014. Y la cosa no es fácil.
Tal como está el
mundo del espectáculo, la televisión, la organización y la tecnología de los
conciertos, se trataba de encontrar un espacio verdaderamente amplio, capaz de
albergar a miles de espectadores, además de un enorme escenario y toda la
parafernalia televisiva.
Esto son cosas
que cada país se las plantea de un modo distinto, si en años anteriores se han
podido ver grandes pabellones construidos para la ocasión, los daneses se
plantearon desde el principio la rehabilitación de antiguos espacios. Pensaron
primero en la vieja cárcel de la ciudad de Horsens, pero finalmente se
decidieron por rehabilitar el antiguo astillero B&W de la isla Refshaleøen,
frente a Copenhage.
El B&W
Hallerne es un antiguo complejo industrial que se encuentra en una isla
artificial de unos 500.000 metros cuadrados, frente a la capital, y fue uno de
los motores industriales de Dinamarca durante el siglo XX, hasta su
quiebra en 1996. El astillero fue líder internacional en construcción
de barcos desde 1872 hasta su cierre, destacando los dos grandes pabellones construidos
a principios de los años 60. El llamado B&W Hallerne tiene unos 10.000
metros cuadrados (lo que permite un aforo para 10.000 espectadores), y unas
medidas espectaculares, con 60 metros de alto, 50 de ancho y 165 de largo.
La organización
de este festival ha permitido dar una nueva vida a estas instalaciones,
utilizadas ya para fines culturales y de entretenimiento. Aunque parece ser
que, por falta de tiempo y dinero, finalmente no se han ejecutado todas las
obras previstas en la isla (carreteras, jardines, rehabilitación de otros
edificios, etc.), la idea es continuar con las obras y ganar un nuevo espacio
para la ciudad. Desde el cierre del astillero, la zona se ha reinventado y
las viejas fábricas han cedido su puesto a grandes parques en donde
en los últimos años se han celebrado varios festivales de música.
Una curiosidad,
cuando el enorme edificio está vacío, el sonido tarda 13 segundos en
desaparecer, por lo que para lograr una buena acústica en un complejo que nada
tiene que ver con el mundo del espectáculo han tenido que idear un sistema,
colgando del techo 150 enormes "globos" diseñados para la ocasión, lo
que ha permitido que el sonido dure sólo 3 segundos.
Las
comparaciones son odiosas. Evidentemente, Peñarroya no es Copenhage y España no
gana el Festival de Eurovisión ni poniendo a Casillas de portero, pero no dejo
de pensar en que el Almacén Central es mayor (14.000 metros cuadrados) que el pabellón
del B&W Hallerne y que las 60 hectáreas de El Cerco son más que las 50 de
la isla en cuestión… Eso sí, los daneses sólo han tardado 18 años en recuperar
ese antiguo espacio industrial. ¡Qué envidia!
Muy buen artículo! Enhorabuena!
ResponderEliminar!!!!!QUE PENA!!!!!!!!.Todo lo nuestro abandonado, hasta la última plantación de arboles de la Via Verde " La Maquinilla " se la están dejando abandonar, pues hay arboles que después de haber brotado, se están secando por falta de riego.
ResponderEliminarPor favor, a quien coresponda, !!un poquito de AGUA!!.
Gracias.