Sucede muchas veces que las
cosas son como vienen y no como se planifican. Un programa bien preparado puede
alterarse por cualquier imprevisto. Y un imprevisto puede ser el paso de un
tren.
Seguro que a cualquiera
que no esté metido en el mundillo del ferrocarril le parecerá una pérdida de
tiempo estar casi una hora esperando a que pase un tren de mercancías. Si
además, casi todos los que están allí son ferroviarios o de algún modo ligados
al tren y estás en una estación por la que pasan trenes a cada momento, sobre
todo AVEs, esperar para ver un modesto mercancías puede parecer una locura.
(Recordé los dibujos animados para niños en los que los modernos trenes se ríen
de los pesados, lentos y bonachones mercancías).
Basta observar para
comprobar que la mayoría está disfrutando. Cuando por fin se ve la luz al final
del túnel (y esto no es una alegoría ni está relacionado con la crisis), todos
sacan sus cámaras fotográficas y se preparan. En el par de minutos que tardó en
pasar el tren completo, 30 vagones de contenedores, se hicieron cientos de
fotos. Imagino que el maquinista estaría alucinando: varios AVEs parados en las
vías de al lado y el grupo fotografiando un mercancías.
Pues eso es una reunión
de “Amigos del Ferrocarril”. Quien no conozca a la gente que se reúne no lo
podrá entender, como hay quien no entiende que alguien pase horas esperando a un
futbolista o a un cantante.
En definitiva, que así
comenzó la jornada, con la imprevista espera del paso de un mercancías (en
realidad dos, porque inmediatamente pasó otro). A partir de ahí, visitas a las
dependencias de la estación.
Como los que
habitualmente estamos rodeados de ordenadores hemos perdido un poco la
perspectiva, para comentar el puesto de mando desde el que se controla todo el
tráfico ferroviario desde Linares hasta Lora del Río y Antequera, será mejor
recordar la expresión de uno de los niños que también participaron en la
jornada: “¡catorce pantallas de ordenador y diez paneles gigantes, esto
parece lo de los cohetes!” Pues algo así, seguro que lo de la NASA es
bastante más grande, pero asombra la tecnología que se usa hoy día para el
control del tráfico ferroviario. Cuando en nuestras modestas estaciones de
Belmez y Peñarroya se ven las palancas de cambios da un poco la risa, aunque en
cierto modo esto sería lo mismo que lo de los AVEs y los mercancías.
Después de un cafelito
tocó visitar las “tripas” de la estación o, como decían algunos de los
participantes, la estación desde otra perspectiva: andén de servicios, sótanos
y accesos rodados a los andenes. Finalizó la visita con otro imprevisto, la
salida del lujoso tren Al-Ándalus, que también se llevó algunos cientos de
fotos.
Como la jornada iba
dedicada a la estación de toda la vida, nos fuimos después a visitarla. Su
estilo “ecléctico” lo es cada vez más. En muchas ocasiones hemos hablado de la
nula sensibilidad que hay en Córdoba con respecto al patrimonio industrial:
apenas un par de chimeneas se han salvado de la piqueta y lo demás está casi
olvidado. Ahí se incluye la estación. En un alarde de “modernidad” los
arquitectos lo han convertido en un edificio feo a rabiar, sin personalidad
alguna y que muy poco conserva de lo que fue (vale, acepto que el concepto de “feo”
es muy subjetivo). Al menos hay algo positivo: No lo han tumbado.
También hay algo de
positivo en la pequeña locomotora instalada y abandonada delante de la
estación: todavía no se la han llevado al chatarrero. Si sigue así, todo se
andará, por lo que se organizó un pequeño acto pidiendo su restauración o, al
menos, su adecentamiento.
Tras la comida fuimos
paseando hasta la Diputación, donde después de ver la exposición fotográfica sobre el
ferrocarril en Córdoba se iniciaron las conferencias. La primera, preparada por La Maquinilla, la dedicamos a la llegada del ferrocarril a Córdoba, la
formación del nudo ferroviario, los orígenes de las estaciones (Córdoba-Central
y Cercadilla) y los cambios sociales y económicos que trajo el ferrocarril a la
ciudad. También repasamos la evolución urbana y cómo, poco a poco, las vías se
iban convirtiendo en un estorbo, los distintos proyectos para reubicar la
estación, el soterramiento de las vías y la construcción de la nueva.
La segunda fue la de
Gaspar Avilés (en otras ocasiones habíamos hablado de Don Gaspar, pero como no
quiere que se le diga Don, lo dejamos en Gaspar, aunque para nosotros, por
respeto, siga siendo Don). Sobre la imagen de más de cuarenta fotografías fue
comentando cómo fueron las distintas dependencias de la estación, no solo del
edificio central, sino también de las instalaciones, muelles, talleres, vías,
etc., etc. Todo amenizado con muchísimos datos y anécdotas de una vida dedicada
al ferrocarril.
Hubiera necesitado
Gaspar varias horas, pero el tiempo no daba para más, eran casi las ocho de la tarde y
todavía quedaba otro extra, un documental inédito preparado para la ocasión por
Antonio Montilla con grabaciones de la estación y del movimiento de
trenes en los años setenta, ochenta y noventa. Maravilloso.
En fin, una jornada
realmente entretenida en la que quienes son de Córdoba pudieron recordar lo que
fue la estación y su entorno, y los que vinieron de otros lugares, Granada,
Linares, Sevilla, etc., tuvieron la ocasión de conocer el pasado y el presente
del ferrocarril en la ciudad.
Solo queda añadir la buena
representación de nuestra comarca pues, además de La Maquinilla, participaron
en el encuentro el Grupo de Desarrollo Rural y la Fundación Cuenca del
Guadiato.
Nos vemos el próximo año. Se está preparando algo espectacular.
Nos vemos el próximo año. Se está preparando algo espectacular.
Hasta sienpre hermano.
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