Hay días que cambian una parte de
la historia de los municipios y, más que de los municipios, de las sociedades
que viven en ellos. Peñarroya-Pueblonuevo vivió la semana pasada uno de ellos.
Y no lo decimos porque haya cambiado la situación económica o estratégica del
mismo (ya lo quisiéramos nosotros) o por que de repente se encuentren rápidas
oportunidades de futuro sino porque sus ciudadanos han empezado a ser
conscientes de la importancia de conservar sus señas de identidad y del valor
que tienen como elemento de unidad.
Lógicamente, este es un debate ya
superado en la mayoría de los municipios de España hace décadas, debido,
fundamentalmente, a su existencia centenaria y, sobre todo, porque
tienen un origen más normalizado, ya saben, repleto de romanos, reyes
medievales, obispos, papas o nobles ilustrados y renacentistas o una mezcla de
ellos lo que los lleva a digerir su historia y símbolos de una forma más lenta y
natural.
Las pocas generaciones que han
vivido en Peñarroya-Pueblonuevo, con su rápido progreso y caída igual de rápida
han tenido que asumir en 100 años lo que en otros pueblos se produce en siglos,
lo que le ha procurado no pocos
episodios de cainismo, brotes autodestructivos y desprecio por lo propio, encontrándose
en una permanente encrucijada cultural del preguntarse por lo que somos o qué fuimos cuando en el presente ya
se ha dejado de ser muchas cosas.
Sobrecogedora imagen de la chimenea de la fábrica de papel encendida Foto Guadiato Mavic |
Éste y no otro ha sido el motivo
por el que el proyecto de rehabilitación de la chimenea de la fábrica de papel
ha dividido tanto a su población, entre los que lo consideran una estupidez y
los que lo veían bien o necesario.
Finalmente, como si de un derby
futbolístico se tratara, acabó imponiéndose el bando de los chimeneros a
los antichimeneros por goleada tal y como lo pone de manifiesto la elevada
cantidad de personas que acudieron a la inauguración pese a las restricciones
COVID (unas 60) como por el desorbitado número de me gustas, que es como miden
los milenials ahora, que se ha llevado el evento. Incluso la mayoría de voces
críticas, que ladran en los medios de comunicación habituales y en redes
parecen haber desaparecido bajo la avalancha de vivas y asombro popular.
En una sola noche, de repente y
con el recordatorio anual del Día del Cerco, la sociedad peñarriblense ha
empezado a aceptar que las chimeneas y las fábricas centenarias son, pese a
todo su pasado de esplendor perdido, un patrimonio singular y único y, lo que
es más importante, un motivo para el orgullo local.
Cada día hay más chimeneros en Peñarroya-Pueblonuevo. La culpa la tiene esta imagen de Jorge Custodio |
Ha sido emocionante comprobar
cómo muchos de nuestros conciudadanos compartían en Facebook o en Instagram una
toma aérea de la chimenea encendida titulada
“mi pueblo” en un claro gesto de jactancia cateta que nos equipara a nuestros
pueblos vecinos y no tan vecinos, un hecho que aquí es totalmente excepcional y
nuevo.
Por estos hechos y por otros
colaterales como la gran cantidad de donantes (más de 500) y empresas
participantes en el proyecto pensamos que
hay un antes y un después patrimonial en Peñarroya-Pueblonuevo con el encendido
nocturno de la primera chimenea.
Como todos sabemos, a Peñarroya-Pueblonuevo
le queda todavía un largo camino por
recorrer especialmente a nivel social para ser el pueblo que muchos queremos, pero
desde esta semana ya ha aprendido a mirar hacia arriba en sentido patrimonial y físico. Y es que el
hecho de levantar la mirada para observar en la oscuridad de la
noche una bella y esbelta estructura alargada e iluminada en lugar de hacia
abajo encierra un cambio de actitud postural detrás del que se esconde una auténtica evolución cultural: la de ser un paria
a la de ciudadano que aprecia el lugar donde vive pese a sus defectos.
Un pueblo que mira hacia arriba es un pueblo optimista |
Y quienes piensen que esto no es verdad y que lo que he escrito es una tontería deben recordar cuánto de más aprendieron en la Escuela por el simple hecho de que el profesor les corrigiera su postura cuando resbalaban su trasero en la silla por cansancio y hastío.
La chimenea encendida incita al peñarriblense a mirar hacia arriba o como mínimo al frente, incluso aunque no
quiera. Es la base del optimismo.
Hay muchos peñarriblenses que ya
piensan, con su alcalde a la cabeza, en cómo recuperar e iluminar la siguiente
chimenea del Cerco. Hay que ver lo que produce en la gente un simple cambio de
postura.
https://lamaquinilla.blogspot.com/2020/06/chimenea-de-la-fabrica-de-papel-pasado.html
https://www.infoguadiato.com/index.php?page=20&liar=17368&p=-1
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