En 1895, con la apertura del ferrocarril a
Fuente del Arco, la estación de Peñarroya adquirió la condición de estación de
enlace entre dos líneas, alcanzando un tráfico desconocido hasta entonces,
incrementando el número de viajeros y el intercambio de personas y mercancías
entre las estaciones de vía ancha y estrecha, la una frente a la otra, pero sin
un paso habilitado al efecto.
Aunque en Peñarroya y Pueblonuevo era grande la queja
por la lamentable situación de los accesos a una y otra estación y la falta de
alumbrado de ambas, donde más se trató este asunto fue en Fuente Obejuna, por
el necesario trasbordo que tenían que hacer los viajeros que de allí procedían
para ir a Madrid o Córdoba. En enero de 1901 se podía leer en el Diario de
Córdoba:
(...) También
hemos reclamado varias veces, y con resultados igualmente negativos, respecto a
la falta de consideración que tienen las compañías de los ferrocarriles de
M.Z.A. y de Peñarroya a Fuente del Arco con los viajeros que se ven precisados
a transbordar en Peñarroya de una a otra línea, no estableciendo el
indispensable alumbrado y dejando franco el trayecto que media entre las dos
estaciones durante el tiempo que se invierte en el trasbordo.
Ya indicamos
los peligros a que se exponía el viajero recorriendo el trayecto citado en
medio de la mayor oscuridad y a través de una porción de obstáculos como, por
ejemplo, los terraplenes para el asiento de las vías, las agujas, el hilo
metálico que tendido a una tercia del suelo mueve los discos, los raíles y
traviesas aquí y allá diseminados, etc., etc.
Si pudiéramos
presenciar todas las noches el indicado trasbordo rara sería la en que no
pudiéramos dar cuenta de una o varias caídas más o menos graves.
Pocos días después el corresponsal en Belmez daba la
razón al de Fuente Obejuna y ponía el dedo en la llaga, en los siguientes
términos:
(...) Para
pasar de una a otra estación no sólo hay que cruzar seis u ocho vías, sino
hacerlo entre vagones estacionados y máquinas en movimiento, las que hay que
sortear para no ser cogido por ellas (...).
Tan malo y
más que todo esto es tener que ir de noche de las estaciones de Peñarroya a
Pueblonuevo del Terrible, cuya distancia no llegará a un kilómetro. Si es de
día, el que vaya por vez primera no sabrá qué dirección tomar, pues no hay
camino ninguno señalado ni transitable, y si es de noche se le hacen
indispensables dos cosas: un guía que conozca bien el terreno y una buena luz
para ver donde pone los pies con seguridad.
¿Quién tiene
la culpa de todo esto? Las compañías ferroviarias prohíben terminantemente
cruzar por las vías mientras esto no sea por los pasos a nivel y en horas
hábiles para ello. Ni en estos ni fuera de las estaciones entiendo que las
compañías tengan obligación de tener luz alguna.
Al dejar los
jefes de las estaciones de Peñarroya que el público cruce a cualquier hora las
vías, creo toleran lo que no deben tolerar y se hacen responsables de cualquier
desgracia que ocurrir pudiera (...).
La
importancia que hoy tiene Pueblonuevo del Terrible le hace acreedor a tener una
buena carretera a la estación, y esta falta no es de las compañías férreas.
Estación del Peñarroya-Fuente del Arco (Vía estrecha)
La contestación desde Fuente Obejuna tardó algunos
meses, pero llegó el 14 de mayo:
Desde luego
estamos conformes en que tal como hoy verifican el trasbordo los viajeros que
tienen necesidad de pasar de una a otra línea es molesto y peligroso por los
obstáculos fijos o móviles que tienen que sortear sin más luz, la mayor parte
del año, que la de la luna y la de las estrellas, cuando no lo impiden las
nubes.
También
estamos conformes en que es abusivo y las compañías no deberían tolerar el paso
de una a otra estación por el paso en que se vienen verificando el susodicho
trasbordo.
Y por último
estamos de acuerdo en que las compañías ferroviarias no están obligadas a
urbanizar ni a alumbrar trayectos que ha de utilizar el público fuera de sus
jurisdicciones. Perfectamente, luego si las compañías no tienen las
obligaciones citadas, y además, en uso de su derecho prohíben el paso por las
vías, dicho se está que los viajeros que lo necesiten no harían el trasbordo
por los aires, sino por un camino, por una carretera o al menos por un sendero
más o menos transitable y con mejor o peor alumbrado.
¿Quién, pues,
es el obligado a abrir y concluir este paso? Yo no lo sé con certeza, y por eso
me abstuve de dirigir mis quejas o censuras a determinado municipio, dada la
anomalía con que vienen funcionando hace años los de Peñarroya, Pueblonuevo y
Belmez.
Puso fin a este asunto el corresponsal en Pueblonuevo
varios días después:
Contesto a la
alusión que me dirige el digno corresponsal del Diario en Fuente Obejuna,
respecto a la manera de verificarse el trasbordo de viajeros desde la estación
de vía estrecha a la de vía ancha y viceversa, manifestando que, efectivamente,
existen los peligros que delata por la multitud de wagones y máquinas que a
todas horas interceptan dichas vías; pero estos pueden evitarse, aunque con
alguna molestia para el viajero, suspendiendo el tránsito por las referidas
vías, que está prohibido, y verificándolo por el paso a nivel correspondiente.
Lo que sucede es que como las estaciones están casi enfrente una de la otra y a
una distancia, atravesando las vías de unos cincuenta metros, y haciendo uso
del paso a nivel hay que dar una vuelta de unos doscientos metros, sin duda el
público prefiere recorrer la menor distancia aún a trueque de tener algún
tropiezo desagradable, del cual, en mi concepto, no se puede hacer responsable
a las compañías, por cuanto éstas advierten al público por medio de carteles
colocados en sitios adecuados, que la circulación por las vías está prohibida.
El camino que, atravesando el paso a nivel, une a las dos estaciones es bueno y
sin obstáculos de ningún género.
El alumbrado
de este trayecto corresponde al municipio de Belmez que es el amo de la bolsa;
pero ¡vaya V. a pedir a Belmez esas gollerías! (…)
Se ha terminado
por cuenta de esta Sociedad Minera y Metalúrgica una nueva carretera que
partiendo de la Plaza de la Iglesia, conduce a la estación de las vías férreas,
faltando sólo pequeños detalles para abrirla al servicio público. Tiene el
inconveniente de que en vez de ir recta para no interrumpir la instalación
minera y de la fundición, se desvía bastante del pueblo, por lo que hay que dar
un rodeo en el que se invierte más del doble del que se emplea hoy en hacer el
viaje a dichas estaciones.
Estación de Peñarroya (vía ancha), frente a la de vía estrecha
Fue por tanto la S.M.M.P. quien construyó en 1901 la
carretera desde Pueblonuevo a la estación. Para ello fue preciso que la
Compañía de los Ferrocarriles Andaluces le cediera parte de los terrenos necesarios.
Para solucionar parcialmente el tema del alumbrado
hubo que esperar hasta mayo de 1904, que fue cuando la S.M.M.P. instaló varios
focos eléctricos en la estación de vía estrecha. Veinte años después M.Z.A.
todavía no había solucionado los problemas de alumbrado en su estación, a pesar
de los numerosos requerimientos del Ayuntamiento de Pueblonuevo del Terrible
para que instalara un adecuado alumbrado eléctrico.
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