Con este nombre, un texto de 1954 trataba el valor humano de este pequeño ferrocarril, poniendo de manifiesto que, más que un medio de transporte, La Maquinilla era realmente una institución que marcaba el ritmo de vida de Belmez y Peñarroya-Pueblonuevo.
Creo que con las dos jornadas vividas en ambos pueblos los dos últimos sábados, las tres palabras que componen el título han renovado su significado.
Creo que con las dos jornadas vividas en ambos pueblos los dos últimos sábados, las tres palabras que componen el título han renovado su significado.
NUESTRA, de todos. Cuando las cosas se hacen “desde abajo” es cuando realmente se valoran. Tal vez sea más cómodo sentarse a esperar a que “La Administración” busque los fondos necesarios y transforme la plataforma de este ferrocarril en una Vía Verde. Pero no, los tiempos que vivimos no están para muchas alegrías en el gasto y así las cosas, la vamos a intentar hacer nosotros, los habitantes del Guadiato. Plantar más de cuatrocientos árboles en dos mañanas sólo es posible con la participación de mucha gente, mayores y pequeños que con muchísima ilusión han decidido poner manos a la obra.
Ha sido un muy esperanzador punto de partida. Hace apenas diez meses, cuando nos reunimos por primera vez para hacer la marcha a la estación de Cámaras Altas, la mayoría de los asistentes no sabía qué era eso de una Vía Verde. Ahora, hasta en la prensa provincial se habla de las Vías Verdes del Guadiato como una realidad.
No hay que menospreciar la ayuda de nuestros gobernantes. Todo lo contrario, hemos podido comprobar cómo se han volcado con la idea, han mostrado su apoyo a estas dos jornadas y no nos dieron nunca la espalda. Allí donde nosotros no podíamos llegar, han estado ellos. Alcaldesas y concejales de Peñarroya y Belmez, Consejería de Medio Ambiente y representantes de todos los grupos políticos han estado con nosotros.
ETERNA, para el futuro. Cuando el 31 de diciembre de 1965 se cerró el tramo Belmez-El Antolín, los habitantes de nuestra comarca no dejaron de hablar de ella, como si de un familiar ausente se tratara. Sin embargo, poco a poco iba llegando el olvido, los más jóvenes apenas han oído hablar de ella, y si escuchaban algo sobre el tema les parecía tan antiguo que lo consideraban una “batallita” más de sus abuelos.
El ramal ferroviario se desmanteló y la plataforma fue quedando inutilizada, apenas algún tractor se aventuraba a pasar por ella y la población en general ha ido olvidando su trazado, llegando a ser casi desconocida.
En poco tiempo la cosa ha cambiado, mucha gente joven ya sabe qué era La Maquinilla y la empieza a considerar como una realidad de futuro. Volver a recorrer ese camino, nexo de unión durante décadas entre nuestros dos pueblos, es algo que no se ve tan utópico. Son muchos los que, andando o en bicicleta, han descubierto esta ruta, dándole esa nueva vida que el trazado de La Maquinilla demandaba.
MAQUINILLA, como algo familiar, que se utilizó con un cierto cariño. El artículo que daba nombre a esta entrada hablaba de ella otorgándole alma, como si de una persona se tratara. Otro texto escrito cuatro años antes, en 1950, también hablaba de ella describiéndola como algo muy exclusivo de esta cuenca y proponiendo el establecimiento de “El día de La Maquinilla”, para que sus usuarios pudieran disfrutar de ella sin la carga de tener que acudir al trabajo, como un día festivo más.
De este pequeño ferrocarril nosotros sólo hemos tomado prestado un nombre que pertenece a toda la comarca, no es nuestro, viene de nuestros antepasados y se lo tenemos que dejar a los que vengan después con un nuevo valor y procurando que no se olvide. En su nueva vida ha de tener un uso cultural, medioambiental y de ocio. El camino será largo y, a pesar de todos los apoyos, no va a ser fácil. Pero no vamos a parar aquí, haremos la Vía al andar.
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