domingo, 6 de febrero de 2011

Vías rojas,azules y verdes

"Cuando terminó la guerra en Puertollano saquearon el almacén del Comité de ayuda a los Refugiados. Volvimos en vagones descubiertos, en bateas de la Estrecha, y cuando llegamos al "Corte", donde había trincheras, pues habían estado la zona roja y la nacional juntas, el tren se cortaba y había que pasar andando al otro lado (...).

Bateas de la Estrecha. Fotografia cedida por José Antonio Torquemada
Hicimos noche, sería el mes de Abril, y la pasamos como los gitanos, en el campo, debajo de las encinas con las mantas, allí toda la gente haciendo candelas para guisar y calentarnos.

Por la mañana cogimos nuestros sacos y nos subimos en una batea. El sol quemaba y tuvimos que abrir los paraguas.

...Cuando llegamos unas amigas mías nos estaban esperando y miraban en todos los trenes que venían, pues la calle Pablo Rada miraba a la vía. Nos saludaron con las manos. Nos bajamos en la estación. Allí no estaba la Guardia Civil ni nada. Nos fuimos a casa de una tía mía que se quedó aquí.

(...) A mi padre le dieron trabajo en la Central Térmica muy pronto".

Testimonio oral de Alicia Menea Gallardo. Crónica de Córdoba y sus pueblos XVI. Asociación Provincial Cordobesa de Cronistas Oficiales. Jerónimo López Mohedano. 2009.

La Guerra Civil Española separó familias, a veces para siempre. Y también ferrocarriles. Aunque las poblaciones más importantes del Guadiato fueron conquistadas por las tropas franquistas a los dos meses y medio del inicio de la guerra (Octubre de 1936), la línea de frente (el famoso Frente de Peñarroya) quedó instalada, con leves variaciones provocadas por la ofensiva nacionalista die Abril de 1937 y contraofensiva republicana de Enero de 1939, a un puñado de kilómetros.

Frente de Peñarroya. Guerra Civil Española.
En una época en la que todavía no se había inventado el concepto de vía verde las nuestras, desgraciadamente, ya fueron azules y/o rojas. Las trincheras, como abismos, partieron en dos nuestras  líneas férreas más importantes, con la excepción "La Maquinilla", que fue de color azul hasta el final de la guerra. El ferrocarril, al igual que muchas industrias de la cuenca, fue entonces militarizado. Los ejércitos transportaban a sus tropas por tren hasta sus respectivos mataderos. Los prusianos, grandes maestros en el  arte de la guerra, patentaron este sistema por su eficacia en la batalla de Sadowa (1866). Si había que morir, por lo menos que fuera rápido ¿no?


Durante 3 largos años, los ferrocarriles de la cuenca enviaron a un viaje sin retorno a toda una generación, personas con nombre y apellido; amigos, primos, hermanos, pero, sobre todo, hijos, que son los que más duelen. Un dato: la última ofensiva republicana durante la Navidad de 1939 (Plan "P" del General Rojo)  18.000 compatriotas azules y rojos se toparon con la muerte en nuestros campos de batalla. Los pueblos de La Granjuela y Valsequillo quedaron reducidos a escombros.

Tras la guerra, nuestro ferrocarril, indiferente a los colores, ayudó al retorno de miles de desplazados, vencidos y vencedores, si es que los hubo. Perdió España, a fin de cuentas. Si nuestras estaciones hablaran... no habría pantanos para almacenar las lágrimas que se derramaron en aquellos tiempos de despedida y reencuentro. El testimonio de Alicia Menea representa a todos aquellos inocentes que  sobrevivieron a los días más infames de nuestra historia reciente y de cómo el ferrocarril estaba presente en la vida (y la muerte) de nuestros paisanos.

Hoy, 71 años después de aquella barbarie, los ciudadanos del Guadiato debemos iniciar una nueva guerra, civilizada, que imponga  la dictadura del color verde en toda la vía.

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