Es lo que tiene internet. Esta herramienta, bien utilizada, ha permitido
a nuestra voz llegar muy alto y muy lejos,
tanto como para transformar las promesas
incumplidas de nuestras administraciones en realidades palpables. Pero también
ha acelerado, por ejemplo, la conexión de coleccionistas aficionados y por consiguiente el intercambio y venta de objetos que nuestros abuelos desechaban
por utilitarios pero que hoy apreciamos por su valor histórico. Es así
como se ha creado un inmenso, alegal y caro mercado persa de piezas
y documentos que sin tener certificado oficial o arqueológico si pueden ser considerados únicos o relevantes para una comunidad o
municipio.
De este gusto por el fetichismo en red lógicamente no escapan asociaciones como La Maquinilla, siempre a la búsqueda de más y mejores elementos de origen
industrial y ferroviario de nuestra tierra que, una vez ubicados en su
verdadero contexto, permiten explicar la historia y el carácter de nuestro territorio. Y es que
contar la historia por medio de un libro
o en una ruta guiada está muy bien, pero
hacerlo a través de un objeto de época o de un paisaje adecuadamente recuperado
(como la vía verde) lleva a quienes nos visitan a un nivel superior de disfrute
y comprensión.
Cada año nuestro colectivo
destina un porcentaje mayor de su presupuesto anual a la adquisición de objetos de indudable valor cultural y etnográfico para nuestra tierra, siendo víctima
propiciatoria y consciente de
especuladores virtuales y reales, que
conscientes de la escasez de estos objetos
hacen su Agosto a costa de nobles causas como la nuestra.
Papelera y Yutera, en los años 60 del siglo XX |
Si el año pasado informamos de la adquisición de cuatro placas ferroviarias de trenes de la vía estrecha o de embalajes metálicos para el transporte de productos químicos por ferrocarril en esta ocasión queremos anunciar la compra de un saco original de yute de la marca Abonos Peñarroya S.A. destinado al almacenamiento de sulfato de cobre. Aunque la valija, que data de los años 40 del siglo XX, está bastante deteriorada conserva detalles que lo hacen especial como el popular logo de la marca, las iniciales Y.P. como señal inequívoca de que fue fabricado en la nave Yutera para la SMMP.
Para aquellos jóvenes con
curiosidad o poco iniciados en estos asuntos comentamos que los sacos empezaron a ser fabricados por la SMMP en 1917
junto a otros productos de papel en el
segundo cerco industrial, hoy complejo Eiffel. Como saben por otras
publicaciones anteriores estas fábricas fueron erigidas para rentabilizar la
masa forestal de la inmensa finca La Garganta, ubicada en Ciudad Real, e
incluida en el paquete de compra de otra empresa extranjera dueña de las minas
del Soldado y las propias minas de plomo de la Garganta. El objetivo era cerrar
el círculo virtuoso de extracción de materias primas, fabricación y almacenaje
de los productos elaborados que tanto
éxito dio a esta multinacional. Posteriormente, en 1928, tras no satisfacer sus expectativas iniciales,
la SMMP vende dichas fábricas al consorcio vasco Papelera Española, que crea
Papelera del Sur. No obstante, ésta mantuvo la gerencia y el personal técnico de
origen francés hasta su cierre en 1968. Los sacos producidos allí eran utilizados
para el almacenaje y transporte de los abonos
inorgánicos producidos en el Cerco
Industrial (sulfato de cobre, sulfato de hierro, sulfato de amonio, superfosfatos,
etc.).
Anuncio de abonos y superfosfatos Peñarroya diseñado por el famoso cartelista italiano Leonetto Captiello |
El saco recuperado, que ya forma
parte de la colección particular de La Maquinilla, fue adquirido a un
coleccionista de Gerona. Actualmente es el único ejemplar conocido de este tipo
hasta la fecha que se conserva, lo que
lo convierte en una joya etnográfica de
Peñarroya-Pueblonuevo con un valor muy por encima del precio pagado por él: algo
más de 100 Euros.
Dicho saco, al que se le ha
buscado un adecuado dispositivo de conservación, puede ser admirado en el
Centro de Interpretación de la Vía Verde del Guadiato y Los Pedroches a la
espera de que en un futuro no muy lejano podamos crear un centro de interpretación
del Cerco Industrial de Peñarroya, una infraestructura en la que ya estamos
trabajando de cara al futuro.
¡Viva el fetichismo útil y
pedadógico!
Desde aquí y aprovechando esta buena nueva, volvemos a recordar a los ciudadanos de la comarca que tienen material histórico relacionado con este o u otros ferrocarriles de la zona que la casa de uno nunca debe ser el lugar donde exponer un patrimonio que es de todos sino que deben descansar en aquellas instituciones culturales y/o filantrópicas que promueven su conocimiento y preservación para futuras generaciones.
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