Desde que se puso la primera
piedra de una vía verde en nuestra zona, este colectivo siempre ha apostado por
el diálogo y el entendimiento entre todas las partes implicadas entre las que
se incluyen instituciones locales, Mancomunidades, Diputación, profesionales de
la agricultura y la ganadería y, lógicamente los usuarios.
Así, poco a poco lo que en su día era un proyecto de locos se fue abriendo paso y ha llegado a convertirse en un gran
activo social, cultural y económico para
nuestra zona. Es más, nos atrevemos a decir que sin esa premisa nada de lo que
disfrutamos hoy existiría.
A través de la aplicación de medidas pasivas de
regulación del tráfico motor, la impartición de charlas y actividades en colegios e institutos, la
instalación de señalética de prohibición
e incluso la redacción de una ordenanza hemos intentado educar a la gente y,
sobre todo, enseñar a utilizar una infraestructura que hasta hace unos años era
totalmente nueva.
No obstante, pese a los esfuerzos
realizados por una mayoría de ciudadanos entre los que incluimos, también, a nuestros
agricultores y ganaderos, tenemos que reconocer que no todos han aceptado del
mismo grado las normas que nos hemos
dado para que las cosas funcionen.
Sin sanciones, sin control y a expensas de la buena voluntad de los usuarios ha empezado a ser tristemente habitual ver coches y quads por el tramo
belmezano de la vía verde, comprometiendo la seguridad de senderistas y ciclistas y afectando a la
durabilidad de la plataforma ferroviaria.
Es por ello que por el bien de
todos nos hemos visto obligados a
instalar pivotes fijos de limitación del
tráfico en determinados puntos del recorrido.
No ha sido fácil para nosotros ni
para el Ayuntamiento de Belmez como gestor de la ruta tomar
esta decisión, en tanto que acarrea
molestias a algunos profesionales del campo que por otra parte si hacen un uso correcto de la plataforma ferroviaria. A todos ellos les agradecemos su colaboración y respeto en este sentido.
Sin embargo, nuestros vecinos,
desde un punto de vista general, tienen
que entender que no todo vale en la
primera ruta cultural en la comarca ni
cualquier uso está justificado en una vía verde, por mucho que ocupe el mundo del motor en nuestras vidas.
Queremos recordar que para que
una ruta mantenga el estatus de vía verde y, por tanto, pueda recibir fondos
públicos para su mantenimiento, unos fondos que están ayudando a muchas
familias con dificultades económicas de Peñarroya-Pueblonuevo y Belmez, no es
suficiente con que tenga un origen ferroviario, sino que éste depende de los
usos que hacen los ciudadanos de ella y de
los cuidados que procuran los entes
gestores.
No es la primera vez en que una
Vía Verde española ha dejado de serlo y, por tanto, perdió los privilegios
derivados de esta condición, por no atender estas normas básicas.
De este modo, tanto aquellos que
están de acuerdo con la medida como aquellos que no lo están tienen que entender
que con el mantenimiento adecuado de
esta infraestructura nos jugamos mucho más de lo que pensamos: dinero para nuestra gente
en forma de subvenciones, algo que es
cuantificable, publicidad turística para
nuestros pueblos en numerosos medios de comunicación regionales y nacionales y, lógicamente, prestigio, que
no es medible pero que ayuda a quien lo
tiene.
Es la fuerza de tales argumentos, el pragmatismo y no el
ecologismo de salón o nuestro capricho lo que nos ha llevado a tomar
estas medidas aparentemente carentes de sentido.
En cualquier caso tengan presente que no son tanto las normas sino la voluntad
para encontrar soluciones a los problemas que
compartidos lo que define una sociedad civilizada. El tiempo dirá si lo
somos o no. Gracias a todos por vuestra colaboración.
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