Desde hace más de cuatro años, casi nada, llevamos reuniéndonos al calor, o al dolor de este medio de comunicación para contarles todo aquello que sucede o aquello que quisiéramos que sucediese pero no sucede en relación al Patrimonio Industrial y las vías verdes en el Guadiato. Si hiciésemos un pequeño repaso sobre lo que aquí se ha contado hasta la fecha, convendremos en que la mayoría han sido buenas noticias: cesiones de plataformas ferroviarias, trabajos de recuperación, eventos con seguimiento multitudinario, reconocimientos por parte de organismos nacionales e internacionales, celebración de efemérides, implicación institucional y ciudadana adornan este tablón virtual como un rico pastel que hemos ido amasando juntos con paciencia monacal, un pastel al que todavía le faltan algunas guindas.
Tan grande ha sido el avance en estos últimos tiempos en la materia que nos ha traído hasta aquí, tantos los sueños cumplidos y tan continuos los parabienes, que, por un momento, habíamos olvidado que nuestra tierra también está llena de detractores, canallas y sinvergüenzas.
Vía Verde del sábado noche. Decenas de preservativos adornan nuestra Vía Verde
todos los fines de semana. Damos fe de que esta gentuza, de momento, no se reproduce
todos los fines de semana. Damos fe de que esta gentuza, de momento, no se reproduce
No nos engañemos, siempre hemos tenido cierta fama de incívicos a nivel regional, una fama que nos hemos ido labrando tanto por méritos propios como ajenos. Hay quien ha atribuido a las actividades profesionales mayoritarias de nuestra zona esta lacra social. ¡¡¡Mineros!!!! ¡¡¡Mineros!!!, bramaban desde antiguo y aún hoy las manadas de aficionados en las gradas de lugares lejanos durante las batallas libradas por nuestros equipos deportivos, en una clara actitud clasista e ignorante. Que sepamos, ganarse la vida extrayendo riquezas del subsuelo nunca ha sido más indigno (o más digno) que extraerlas del mar (pescadores), del campo (agricultores) o de los animales (vaqueros, porqueros y pastores), sino, más bien, equivalente. Lo queramos o no, éstos han sido los oficios de todos los andaluces, desde hace más de 2000 años, del Cabo de Gata a Ayamonte, de Despeñaperros a Gibraltar, y todos ellos tienen el mismo glamour. Según este planteamiento, por tanto, la mayoría de los andaluces seríamos unos degenerados, cosa que no es así, en absoluto. Descartamos, en consecuencia, la profesión como posible raíz de nuestra tendencia natural hacia el atentado patrimonial, el daño gratuito y a la villanía.
Hito derribado y papelera rota
Tampoco encontramos particularismos basados en las Leyes de Mendel. La población del Guadiato no constituye, per se, una etnia con una identidad y rasgos diferenciados. Integrados en la cultura latina o mediterránea, junto al resto de poblaciones de nuestro entorno y más allá, compartimos los mismos valores de gusto por la vida, más condicionados por la benignidad del clima que por otros aspectos.
Tan sólo podemos acudir a la ausencia de una adecuada educación, la eterna educación, para explicar estas actitudes. Está demostrado que el intercambio de dinero fácil por trabajos de baja cualificación crea un prematuro y paulatino abandono de actividades educativas, formales y no formales por parte de los habitantes de aquellas poblaciones donde se impone este modelo de desarrollo y, por tanto, se traduce en un empobrecimiento social generalizado de estos lugares a la media y a la larga. Este fenómeno afecta, incluso, a países enteros. El caso paradigmático lo tenemos en nuestra querida España de la burbuja inmobiliaria: cientos del miles de jóvenes cambiaron las aulas por el hormigón y el ladrillo. El resultado de todo aquella orgía políticosociofinanciera (podéis ponerlos en en el orden que queríais) dio como resultado la construcción de una generación de idiotas, irrecuperable en el corto plazo. Ahora sustituyan en la ecuación nuestro monocultivo minero-industrial por la palabra ladrillo y observarán que obtienen el mismo valor.
Tan sólo podemos acudir a la ausencia de una adecuada educación, la eterna educación, para explicar estas actitudes. Está demostrado que el intercambio de dinero fácil por trabajos de baja cualificación crea un prematuro y paulatino abandono de actividades educativas, formales y no formales por parte de los habitantes de aquellas poblaciones donde se impone este modelo de desarrollo y, por tanto, se traduce en un empobrecimiento social generalizado de estos lugares a la media y a la larga. Este fenómeno afecta, incluso, a países enteros. El caso paradigmático lo tenemos en nuestra querida España de la burbuja inmobiliaria: cientos del miles de jóvenes cambiaron las aulas por el hormigón y el ladrillo. El resultado de todo aquella orgía políticosociofinanciera (podéis ponerlos en en el orden que queríais) dio como resultado la construcción de una generación de idiotas, irrecuperable en el corto plazo. Ahora sustituyan en la ecuación nuestro monocultivo minero-industrial por la palabra ladrillo y observarán que obtienen el mismo valor.
La Vía Verde de La Maquinilla, como el Cerco de Peñarroya, como nuestros parques, como nuestras calles, refleja lo que somos o lo que hemos sido durante décadas: robo de agua de las lagunas con el perjuicio que supone para
la fauna que vive allí, arrancamiento de árboles, destrucción de
papeleras, arrojo de escombros, enseres y animales muertos, a lo que hay que añadir el derribo de hitos kilométricos durante la
semana pasada. Este tipo de violencia cívica no es propiedad de la gente joven, sino que es transversal, es decir, que afecta a todas las franjas de edad. Los idiotas, se hacen en la juventud y la mayoría de ellos, al no ser corregidos, de adultos devienen en idiotas radicales e integrales por aquello de que los años les hacen más refractarios a modificar conductas y porque viven totalmente integrados en su comunidad.
Papeleras sin usar y bancos rotos
Pero la vida siempre concede oportunidades de redención. Aunque parezca paradójico, no todo está perdido. De acuerdo con el anterior planteamiento, la solución al problema social está más próximo hoy que antes y no precisamente porque nosotros mismos lo hayamos querido así: al igual que tras la explosión de la burbuja, miles de estos jóvenes, hoy adultos, han vuelto a la senda del esfuerzo intelectual, a las aulas, tras el cierre de las últimas minas nuestros jóvenes, los que no se han marchado, hoy se ven abocados a la construcción de su propio futuro recibiendo clases en institutos, ejerciendo voluntariado o practicando esto que hoy llamamos economía social, sin esperar a que una multinacional o una gran empresa lo construya por ellos. Este cambio obligado, y por supuesto no deseado, va a producir una necesaria regeneración que debe ser complementada por nuestra sociedad civil y las instituciones locales para construir una verdadera ciudadanía, educada y adecuadamente formada. El aprovechamiento de ese interés forzoso por la excelencia como consecuencia de la crisis por parte de nuestros desheredados jóvenes es la base para un cambio de valores.
Mineros de Peñarroya
Fuente: pueblos-españa.org
Fuente: pueblos-españa.org
Gran articulo,como suele ser habitual. Una pena que a quien va dirigido solo sean capaces de ver las fotos y como mucho leer el titular.
ResponderEliminarPor si fuera interesante o de utilidad para vosotros, para vuestros compañeros de rutas o para los lectores de vuestra web, tengo publicado el siguiente blog:
ResponderEliminarplantararboles.blogspot.com.es
Un manual sencillo para que los amantes de la naturaleza podamos reforestar, casi sobre la marcha, sembrando semillas producidas por los árboles y arbustos autóctonos de nuestra propia región.
Salud,
José Luis Sáez Sáez