Comenzó el mes de octubre de 1936 y aún
quedaban en zona republicana Belmez y Peñarroya-Pueblonuevo, que recibieron una
oleada de alrededor de diez mil refugiados desde los pueblos de la Sierra de
Sevilla, la Campiña cordobesa, Extremadura y Fuente Obejuna. Esta avalancha
humana desbordó las posibilidades de Peñarroya-Pueblonuevo y Belmez, por lo que
se establecieron trenes especiales tanto en la vía ancha como en la estrecha
para evacuar a todos estos refugiados a pueblos de Ciudad Real, en espera
de que el ataque del ejército nacional desde Córdoba no tardaría en llegar.
Realmente estos movimientos de personas se habían
iniciado bastante antes, casi desde el comienzo de la guerra, por los ataques a
los pueblos de la sierra de Sevilla, y de hecho, ya el 29 de agosto el alcalde
de Peñaflor, que estaba refugiado en Peñarroya-Pueblonuevo, aludía en un
informe a la necesidad de que el Gobierno republicano ordenara trenes
especiales en los que pudieran alojarse y huir los refugiados que se
encontraban en la zona.
Desde Córdoba comenzaron los ataques del
ejército nacional el 30 de septiembre, conquistando sucesivamente Cerro
Muriano, Estación de Obejo, Villaviciosa, El Vacar, Villaharta y Espiel,
llegando el 11 de octubre a las proximidades de Belmez, que fue tomado en la
tarde del día 12. Al día siguiente, sin apenas resistencia, cayó también
Peñarroya-Pueblonuevo.
En las noches de los días once al doce y
doce al trece se produjo un éxodo masivo desde ambos pueblos hacia Almorchón y
Puertollano. El alcalde de Belmez, D. Manuel Robledo (maquinista de
Ferrocarriles Andaluces), el de Peñarroya-Pueblonuevo, D. Fernando Carrión (que
además era Gobernador Civil interino), y el diputado D. Eduardo Blanco,
organizaron la evacuación general de la cuenca, de una cuantía y
características imponentes.
Contando con las once locomotoras aparcadas en las
estaciones de Villanueva del Rey, Espiel y Belmez, se dispusieron otros tantos
trenes desde Belmez con destino a Almorchón, además de otros varios desde
Peñarroya. Y con las cuatro locomotoras estacionadas en el depósito de Cabeza
de Vaca se organizaron cuatro trenes cargados de carbón con el mismo destino. Se
establecieron además continuas circulaciones del ferrocarril minero “La
Maquinilla” desde el Montadero de Belmez hasta la estación de Peñarroya, desde
donde se siguió evacuando a la población el día siguiente. Para evitar el
riesgo de que los trenes cayeran en manos de los nacionales, esa primera noche
no se utilizó la vía estrecha.
En la segunda noche se establecieron varios
trenes desde la estación de Peñarroya hacia Almorchón, pero siendo
insuficientes hubo que poner en circulación los trenes de la vía estrecha en
dirección a Pozoblanco y Puertollano. Como quiera que la línea estaba cortada
en la estación de Belmez-Ermita desde ese mismo día 12, se contó para ello con
seis locomotoras enviadas desde Puertollano a la Estación de Cámaras Altas,
todavía en manos del ejército republicano, desplazándose hasta allí la
población andando, en carros o en camiones.
Tratando de hacer un cálculo de las
personas que huyeron en esas dos noches de Belmez y Peñarroya-Pueblonuevo, hay
que tener en cuenta las cifras que aparecen en el archivo municipal, donde
diversos documentos hablan de que el número de habitantes quedó reducido a la
cuarta parte tras la toma por el ejército nacional, pudiendo estimarse que de Belmez
huyeron alrededor de cinco mil habitantes y unos quince mil más de
Peñarroya-Pueblonuevo, cifras a las que habría que añadir todas aquellas personas
que, procedentes de otros lugares, se encontraban en ambas poblaciones.
Para el día 15 de octubre toda la cuenca
minera estaba en manos del ejército nacional, aunque con el frente de guerra
establecido entre La Granjuela y Valsequillo por el norte y entre Cámaras Altas
y Villanueva del Duque por el Oeste, cortando en esos puntos las líneas
férreas.
Una cierta "normalidad" en la cuenca minera. Anuncios publicados en el diario "Azul" entre octubre de 1936 y enero de 1937 |
Lógico es que
durante los casi dos años y medio siguientes, hasta el final de la guerra,
hubiera algunos otros movimientos de población más o menos importantes, como
las evacuaciones de La Granjuela, Valsequillo y Los Blázquez en abril de 1937 y
junio de 1938, pero fue en los meses finales de la contienda cuando tuvo lugar un nuevo éxodo
de población sólo comparable al de octubre de 1936, aunque ahora
la huida sería hacia el sur.
Su origen fue la contraofensiva organizada por el
ejército republicano a partir de diciembre de 1938, que tras la pérdida de los
frentes del norte de España después de la Batalla del Ebro, decidió jugarse
todo a la carta de tomar Córdoba y Sevilla, atacando simultáneamente desde el
sureste de Badajoz, suroeste de Ciudad y norte de Córdoba.
El mayor de los ataques
de la aviación republicana se produjo la noche del 5 de enero de 1939, apoyada
por intensos bombardeos desde la estación de Cámaras Altas, que llegó a ser
controlada por el ejército republicano. Puesto que los ataques se estaban
produciendo indiscriminadamente contra militares y contra población civil, se
organizó la evacuación de Peñarroya-Pueblonuevo y Belmez, tanto por carretera
como por ferrocarril. Por la fecha en que se produjo y por su magnitud, este
episodio de la guerra tuvo nombre propio en la comarca: “La Huida de Enero”.
Personal de los Hospitales Militares de Belmez y Peñarroya en 1937 y 1938 respectivamente |
Para evacuar a la población por carretera
se ordenó que todos los camiones que fueran hacia Córdoba estaban obligados a
parar y recoger a cuantas personas pudieran, con el inconveniente de que la
aviación republicana, al considerar que se trataba de convoyes militares, hizo
algunas pasadas ametrallando la carretera, lo que disuadió a muchos para
emprender la huida por la orilla del Guadiato hasta Córdoba, aprovechando los
caminos y coladas, deteniéndose en las estaciones y casetas de paso a
nivel para intentar tomar algunos de los trenes que iban hacia la capital.
Y es que, al igual que sucedió en octubre
de 1936, la mayor parte de la población utilizó en su huida los trenes especiales
establecidos al efecto, ahora por el
ejército nacional, que ante el peligro de bombardeos a la vía o de actos
de sabotaje, estableció un servicio de vigilancia a lo largo de toda la línea
hasta El Vacar, e incluso, para evitar las cargas explosivas que se hubieran
podido colocar en las vías, los trenes llevaban delante una locomotora de
reconocimiento con una especie de “apartavacas” para echar fuera de ella los
explosivos.
Tenían estos trenes el inconveniente de que ni sus
maquinistas ni los jefes de estación conocían hasta donde llegarían. Salían de
Peñarroya y Belmez y podían parar en Espiel, Villaharta, Cerro Muriano o
Córdoba, según si la vía estaba despejada o no, e incluso, cuando el número de
refugiados en Córdoba llegó a ser excesivo, los maquinistas tenían orden de no
parar y dirigirse directamente hasta Málaga o Sevilla, por lo que la población
quedó dispersa en varias provincias hasta el final de la guerra.
Continuará...
Continuará...
From the October exodus until the January one
At the beginning of October 1936 Belmez and Peñarroya-Pueblonuevo were
still in the Republican area, which received about ten thousand refugees from
the villages of the mountains of Seville, the Cordovan countryside, Extremadura
and Fuente Obejuna. This human avalanche
overflowed the capacities of Peñarroya-Pueblonuevo and Belmez, so special
trains were put on in narrow gauge and wide gauge in order to deploy all those
refugees from the villages of Ciudad Real, waiting for the National Army attack
from Córdoba.
These movements of people had actually begun a bit
before, almost from the beginning of the war, due to the attacks on the
mountain villages of Seville. On 29th August the Peñaflor Mayor, who
was given refuge in Peñarroya-Pueblonuevo, explained in a report the need for
the Republican government to order special trains where the refugees in this region
could run away.
The
Nacional Army attacks began
on 30th September from
Córdoba. Cerro Muriano, Obejo Station, Villaviciosa, El Vacar, Villaharta and
Espiel were taken consecutively, approaching Belmez on 11st October, which was
taken in the afternoon of 12th. The next day, with hardly any resistance, Peñarroya-Pueblonuevo
was also taken.
During the nights of the 11th to the 12th
and the 12th to 13th a
massive exodus occurred from both villages to Almorchón and Puertollano. Belmez
Mayor, Mr Manuel Robledo (a driver of Ferrocarriles de Andalucía),
Peñarroya-Pueblonuevo Mayor, Mr Fernando Carrión (who also was temporary Civil
Governor) and the representative Mr Eduardo Blanco organized the logisties of a
huge evacuation of the mining area.
Besides the eleven locomotives kept in the stations of
Villanueva del Rey, Espiel and Belmez, other trains from Belmez to Almorchón
were prepared/arranged in addition to other ones to Peñarroya. The four
locomotives stationed in Cabeza de Vaca were used to pull four trains loaded
with coal. The mining railway “La Maquinilla” had continous service from Belmez
to Peñarroya station, WHERE the population carried being evacuated from the
next day. In order to avoid the risk that the trains were captured by the
Nationalists, the narrow gauge wasn’t used the first night.
On the second night several trains ran from Peñarroya
to Almorchón, but as this wasn’t enough, the narrow gauge trains also had to be
put in service to Pozoblanco and Puertollano. As the line to Belme-Ermita was
stopped on 12th, six locomotives were sent from Puertollano to
Cámaras Altas station, which was still in Republican hands so the population of
these villages went there on foot, by
cart or lorry.
In order to calculate the number of people who run
away from Belmez and Peñarroya-Pueblonuevo those two nights, it is necessary to
take into account the figures which are in the Municipal Archirve where several
documents say that the number of inhabitants was reduced by 75% after the National
Army occupation. It is possible to estimate that five thousand inhabitants ran
away from Belmez and fifteen thousand from Peñarroya-Pueblonuevo, to this
figure it is necessary to add the people who were in both villages but who were
from another.
On 15th October the whole mining area was in National
Army hands, the war front was set up between La Granjuela and Valsequillo in
the north and between Cámaras Altas and Villanueva del Duque in the west, in
these places the train lines were cut.
For the next two and a half years, until the end of
the war, there was more migration of the population with the evacuation of La
Granjuela, Valsequillo and Los Blázquez in April of 1937 and in June of 1938.
But in the final months of the war a new exodus of the population happened,
which was as important as that mentioned
in 1936, although the last escape was to the south.
The cause of this exodus was the counteroffensive
organized by the Republican Army from December of 1938, it was after the loss
of the north fronts, after the Ebro Battle, and it was decided to bet
everything on taking Córdoba and Seville, attacking at the same time from the
south east of Badajoz and the south west to Ciudad and the north of Córdoba.
The most important attack of the Republic air force
happened during the night of 5th January 1939, supported by heavy
bombings from Cámaras Altas station, which became controlled by the Republican
Army. As the attacks were happening indiscriminately against soldiers and civil
population, the evacuation of Peñarroya-Pueblonuevo and Belmez was organized by
road and train. Due to the date and the importance, this event was known in the
area as: “La huída de enero”.
To evacuate the population it was ordered that the
lorries, which travelled to Córdoba, were forced to stop and pick up as many
people as they could, but the Republican air force machine-gunned several times
because they thought the lorries were military convoys so many people decided
to take away to Córdoba for the shore of the Guadiato river, for the paths,
narrow passes and tracks. They stopped in the railway stations and in the guard
boxes of the level crossings to try to catch some train to Córdoba.
As it had already happened in October of 1936, most of
the population used the special trains to escape, which the National Army had
established due to the danger of bombing to the tracks and sabotage. A surveillance
service was also set up along the line long to El Vacar, and the trains carried
a locomotive in front of which had a kind of “apartavacas” to throw out the
explosives in order to avoid the explosive charges which could have been put on
the tracks.
But in these trains neither the drivers nor the
station managers knew where they would arrive. They came from Peñarroya-Pueblonuevo
and Belmez and they would stop in Espiel, Villaharta, Cerro Muriano or Córdoba,
depending on whether the track was clear or not. When the number of refugees
was excessive, the drivers had the order not to stop and to go directly to
Málaga or Sevilla so the population was scattered in several provinces until
the end of the war.
Translation by Silvia Alonso Blanco
La foto del equipo médico que ejercía en Peñarroya en 1.938 me ha llenado de emoción, pues mi padre pasó dos veces herido por ese hospital por lo que supongo lo atenderían estas enfermeras, esta monja y estos médicos con sus ayudantes, es maravilloso, gracias Ruben a tí y a tus colaboradores en vuestro blog. Voy a visitaros en Peñarroya de nuevo a finales de Septiembre.
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