jueves, 17 de agosto de 2017

LA HUELGA GENERAL REVOLUCIONARIA DE 1917 (II)

En la línea Belmez-Córdoba el día 14 de agosto fueron a la huelga los trabajadores de Andaluces del depósito de locomotoras de Cercadilla, en Córdoba, parando también el resto de personal. Con el fin de que se pudieran desplazar las tropas a los puntos más conflictivos, la compañía estableció unos servicios mínimos consistentes en “invitar” a los maquinistas en huelga a que acudieran a su trabajo, y los que no lo hacían eran obligados por el ejército. Esto permitió que de madrugada saliera el tren mixto con destino a Belmez, en el que, además del maquinista y el fogonero, viajaban un oficial del ejército y dos parejas de la Guardia Civil con instrucciones de hacer fuego contra todo aquel que pretendiera interrumpir la marcha.
Guardia Civil acuartelada en Belmez
El día 15 circularon los trenes de la Compañía de Andaluces que salían desde Córdoba, con menos personal del que era habitual, pero siempre custodiados por un oficial y dos parejas de la Guardia Civil, incrementada esa custodia en el caso de los trenes hacia Belmez con varios soldados más que protegían al maquinista, pues el día anterior el tren fue apedreado en varios puntos del recorrido y en las estaciones de Espiel y Belmez. Esta medida dio el resultado apetecido y a partir de entonces la normalidad volvió a los trenes de la línea de Belmez a Córdoba. No hay noticias sobre lo que sucedía en la línea Belmez-Almorchón, por lo que poco se puede decir sobre ella, salvo que se produjeron algunos intentos de sabotaje en las estaciones, a pesar de que los empleados de M.Z.A. estaban aún indecisos en si ir o no a la huelga.
Sin embargo, los disturbios se recrudecieron en Pueblonuevo, Belmez y Espiel, resultando heridos por disparos un cabo del Regimiento de la Reina y varios trabajadores, lo que pone de manifiesto los graves enfrentamientos que se produjeron entre trabajadores y militares, culminando con la clausura de todos los centros obreros de la comarca y la detención de entre 15 y 20 obreros, incluidos los líderes de la huelga.
Curiosamente, la información oficial nada indicaba al respecto, pues la prensa provincial sólo recogía la crónica de la corrida de toros que se celebró en Pueblonuevo del Terrible con ocasión de la feria de agosto, poniéndola como ejemplo de normalidad en la comarca.
En Córdoba fueron detenidos el presidente y el vicepresidente de los ferroviarios de Andaluces, entre otros muchos obreros, por haberse sumado a la huelga. Ante la gravedad de la crisis se movilizó a todos los individuos sujetos al servicio de las armas que pertenecieran a M.Z.A. y Andaluces, con lo que los que hasta entonces habían sido ferroviarios pasaban a ser considerados soldados del ejército, sometidos a la disciplina militar.
A partir de entonces la situación tendió a normalizarse, más por el principio de acuerdo que se estaba logrando en el resto del país, que por la situación en la cuenca minera, sumamente alterada, hasta el punto de que los piquetes revolucionarios habían arrancado más de un kilómetro de vía en Belmez, en las proximidades de El Montadero, para asegurarse de que no se restableciera el normal servicio de La Maquinilla, impidiendo que los mineros de Belmez acudieran a su trabajo en la mina Santa Elisa y que el resto de obreros y empleados fueran a trabajar a las industrias del Cerco.
Cerco Industrial de Peñarroya
El día 17 volvió al trabajo en Córdoba el personal del depósito de locomotoras de Cercadilla, por lo que se decidió la puesta en libertad de varios de los detenidos, incluyendo al vicepresidente de los ferroviarios de Andaluces, retirándose los soldados que habían estado desarrollando sus tareas de vigilancia en la estación. Los empleados de M.Z.A., aunque habían convocado huelga para el día 20, confiaban en que esta no se llevaría a efecto, circulando los trenes hacia Almorchón con relativa normalidad a pesar de los repetidos intentos de sabotaje en las estaciones de Peñarroya y Belmez.
El día 18 la huelga general seguía en la comarca del Guadiato, aunque había perdido ya bastante fuerza, volviendo al trabajo más de 850 mineros y parte de los trabajadores de los talleres de Peñarroya. Los sindicatos ferroviarios de Belmez y Espiel solicitaron al Gobernador Militar la puesta en libertad de los sindicalistas detenidos en estos dos pueblos durante la huelga. Sin embargo, el corresponsal del Diario de Córdoba en Espiel escribía que “la huelga de los mineros sigue en el mismo estado que ayer, aunque la actitud es pacífica. Ya se suena decir que los obreros padecen los efectos del hambre”.
Al día siguiente la Sección de M.Z.A. en Córdoba de la Federación Nacional de Ferroviarios Españoles dejó sin efecto el anuncio de huelga que hizo el día 13 y que debía iniciarse el día 20, sin que en esta compañía se hubiera hecho paro alguno en la provincia. Y a su vez se envió al Gobierno una carta firmada por todos los empleados de M.Z.A. en Córdoba “protestando contra los actos vandálicos ejecutados en varios puntos de la nación, prometiendo su adhesión incondicional y permanecer en el lugar que a cada uno corresponde o se le confíe para asegurar la normal ejecución del servicio, creyendo que con su lealtad sirven a la Compañía, al Gobierno y a su Patria”.
En esta situación, el final de la huelga estaba próximo. El día 20 se desconvocaron las movilizaciones en la comarca y regresaron a Córdoba la mayoría de las tropas, aunque quedaron algunas parejas de la Guardia Civil de refuerzo en Pueblonuevo, Belmez y Espiel hasta que la normalidad fuera completa.
Tras la reparación de los daños causados en el ferrocarril minero y en las líneas de transporte interno, el día 27 circularon ya los primeros trenes cargados de carbón.
Y así como en el resto de España el resultado de la huelga fue la desarticulación y derrota de las organizaciones obreras, la detención de cientos de sindicalistas y el despido de miles de empleados, sin conseguir nada de lo que pretendían; en nuestra comarca sucedió todo lo contrario: Conseguida la unidad de acción entre las organizaciones obreras de todos los pueblos, esta huelga fue el ensayo general de las que habrían de producirse en los años siguientes: agosto de 1918, abril y mayo de 1920 (34 días de duración), otra en 1921 (64 días), y finalmente la llamada “Huelga de los Tres Meses” (94 días), en 1922.

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