Al comenzar a recopilar documentación para elaborar la historia de este
singular ferrocarril la primera pregunta es dónde y a quién acudir. En
archivos, libros, revistas y boletines se puede encontrar información, pero es
imprescindible contactar con gente a la hora de recopilar fotografías y
documentos. He tenido la enorme satisfacción de que ninguna de las personas a
las que me dirigí dio un no por respuesta.
Es obligado comenzar los agradecimientos por Francisco José Aute, quien
quiso compartir sus vastos conocimientos acerca de los ferrocarriles del
Guadiato en general y de La Maquinilla en particular. Su colección fotográfica
de minas, industrias y ferrocarriles ha sido fundamental para esta obra.
En abril de 1979, Josep Miquel Solé tuvo la idea de pasar toda una noche
conduciendo su coche desde Barcelona para fotografiar la locomotora Marta en
funcionamiento. ¡A quien se le ocurre venir por Andalucía un Martes Santo por
la tarde! Lógicamente, la locomotora estaba parada en su cochera, lo que no
le impidió hacer un interesante reportaje del material ferroviario que
encontró.
Juanjo Olaizola, desde el Museo Vasco del Ferrocarril, tampoco puso reparos
en ceder fotografías del archivo EuskoTren. He de admitir que antes de iniciar
esta aventura ni se me había pasado por la imaginación que allí, tan lejos,
hubiera tan interesantes documentos de nuestra Maquinilla.
Más cerca está la Federación Castellano-Manchega de Amigos del Ferrocarril.
Juan Carlos López y Carlos Torres no dudaron en colaborar. También Juan
Sánchez aportó su granito de arena.
La Asociación Cordobesa de Amigos del Ferrocarril no podía fallar. Antonio
Montilla, José Baldomero y Álvaro Olivares cedieron imágenes, conocimientos e
ilusión para elaborar esta obra.
A caballo entre Puertollano y Peñarroya, Manuel Jiménez, ayudó a entender
mejor la etapa de ENCASUR y, ya en Peñarroya-Pueblonuevo, hay que acordarse de
los escritos de Jerónimo López, donde hay datos, muchos datos; de Adalberto
García-Donas, que cedió fotos de su familia, y de la Fundación Cuenca del
Guadiato, con María del Carmen García e Isabel Jurado, quienes dieron todo tipo
de facilidades para ceder imágenes y consultar su archivo.
En Belmez el reconocimiento va para Juan José Muñoz, para Magdalena
Sánchez, la hija del fogonero que sufriera el accidente de 1926, y para la
familia Fernández Carmona, que desde su caseta de paso a nivel vio transcurrir
los últimos años de este entrañable ferrocarril.
También en Belmez hay que dar las gracias al Ayuntamiento, a la corporación
anterior y a la actual, por el apoyo que han dado a esta iniciativa.
Por último, a Rubén Cañamaque. Su exigencia y su insistencia son culpables
de este libro, del resucitar de La Maquinilla y de que las vías verdes en esta
comarca sean, por fin, una realidad.
A todos, gracias.
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