jueves, 5 de noviembre de 2015

ANIMALS


Sin duda, la imagen más icónica de cuantas aúnan la música con los edificios industriales es la portada del disco Animals, de Pink Floyd. Con la base de un enorme edificio coronado por cuatro impresionantes chimeneas, sobrevuela un gigantesco globo con forma de cerdo.
Vamos por partes. El edificio es la Battersea Power Station, una antigua central termoeléctrica situada junto al Támesis en Battersea, Londres. Se trata del edificio de ladrillo más grande de Europa y la central estaba alimentada por el carbón que le llegaba en barcazas a través del río o por tren, para lo que disponía de sus propias instalaciones ferroviarias, que aún perduran.
La central se construyó en dos fases, a partir de 1930. En internet circulan antiguas fotografías en las que se puede ver solo “media central” y dos chimeneas. En realidad se trataba de dos centrales, cerradas ambas como consecuencia de la crisis industrial de los años setenta, la primera en 1977 y la segunda en 1983.
El diseño del edificio se hizo pensando en el impacto visual que podría causar, por lo que se le encargó a un arquitecto de renombre en la época, Giles Gilbert Scott, que había diseñado la cabinas de teléfono rojas, todo un emblema del país.
Si la central se convirtió en una de las postales más representativas de Londres no fue tanto porque los Beatles la usaran en su película Help!, como porque Pink Floyd la utilizó en 1977 para la portada de su disco, reflejando la crisis económica y humana que atravesaba el Reino Unido, con referencias al libro Rebelión en la Granja, de George Orwell, por lo que inflaron un cerdo gigante con helio y lo pusieron a flotar alrededor de las chimeneas, hasta que se rompió la cuerda que lo sujetaba.
A estas alturas alguien se habrá preguntado qué tiene nuestro patrimonio industrial en común con este edificio. Es cierto que el emblema de nuestro patrimonio industrial, la Fundición de plomo, también es de ladrillo; que entre este patrimonio tenemos varias fábricas de electricidad (la Central Térmica de Peñarroya y la Fábrica de Harinas de Belmez, por ejemplo); que también utilizaban el carbón como combustible, y que cerraron en los años setenta del pasado siglo.
Pero tal vez la mayor coincidencia es que están tan perdidos como nosotros en cuanto a qué hacer con este patrimonio. Desde que la Battersea Power Station cerró se han sucedido las propuestas de reutilización: Convertirla en un parque temático, que vuelva a funcionar con biomasa, hacer un museo sobre la revolución industrial o adaptarla para estadio de fútbol del Chelsea. En estos momentos el proyecto más avanzado es el de convertir la central en un edificio de apartamentos para millonarios y todo el barrio en una exclusiva zona de restaurantes, cines, tiendas y centros culturales y de negocios.
Eso sí, aunque andan tan perdidos, desde el primer momento tuvieron claro que el edificio había que protegerlo, de manera que desde su cierre goza de una protección del grado II, inmediatamente por debajo del Palacio de Westminster o el puente Tower Bridge, merced a lo cual ninguno de los proyectos estudiados permite su destrucción y existe un compromiso de mantenimiento. 
En esto último estamos todavía muy lejos de los ingleses. Ninguno de nuestros edificios industriales goza de una protección legal efectiva y la destrucción de los que quedan es cada vez más evidente.
 

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