La primera vez que fui
por allí me sorprendió que fuera un enorme parque natural en el que cuesta
trabajo encontrar algún árbol. Pero ya digo, es una belleza diferente.
Cuando has ido ya unas
cuantas veces te vas dando cuenta de que tiene “algo” que atrae. Por más que
vayas siempre encontrarás algo nuevo en lo que no has reparado antes, algún
pueblecito, alguna playa, algún cortijo…
Y eso es lo que sucede
con Agua Amarga, muy cerca de la Playa de los Muertos.
Agua Amarga es una de esas pequeñas y tranquilas poblaciones que salpican el Cabo de Gata, a las que no ha llegado el turismo de masas. Esto no quiere decir que no haya turismo, tiene una estupenda playa y un turismo tranquilo, para descansar, lejos del bullicio de otras costas. Merced a que las construcciones están muy limitadas, no ha llegado la crisis inmobiliaria y es muy difícil encontrar algún cartel de “Se vende”.
Agua Amarga es una de esas pequeñas y tranquilas poblaciones que salpican el Cabo de Gata, a las que no ha llegado el turismo de masas. Esto no quiere decir que no haya turismo, tiene una estupenda playa y un turismo tranquilo, para descansar, lejos del bullicio de otras costas. Merced a que las construcciones están muy limitadas, no ha llegado la crisis inmobiliaria y es muy difícil encontrar algún cartel de “Se vende”.
Pero vamos a lo nuestro.
En un acantilado al lado del pueblo está el antiguo cargadero de mineral de
“Agua Amarga”, del que encontramos muchísimas referencias en las calles, por
cuanto en las primeras décadas del siglo XX casi todos sus habitantes trabajaban
en él.
Su origen está en el
tren minero que iba desde las minas de hierro de Lucainena de las Torres hasta
la costa, con 36 kilómetros de longitud. En el Parque Natural de Cabo de Gata
pueden verse todavía algunos tramos de la vía, pero es junto al cargadero donde
más aprecian los desmontes y terraplenes del antiguo ferrocarril.
Restos del cargadero y de los depósitos de mineral |
Plataforma de la antigua vía |
En 1893 la “Compañía
Minera de la Sierra Alamilla”, con sede en Bilbao, inició la construcción de
este ferrocarril desde Lucainena hasta Agua Amarga, donde se instaló un almacén-deposito
de minerales y un cargadero en mar abierto del tipo Cantilever. En marzo de
1896 concluyeron las obras y dos meses después se expidió el primer cargamento
de mineral a bordo del vapor Albia.
El coste de las
instalaciones del ferrocarril fue de 3.500.000 pts., los depósitos de mineral
supusieron un gasto de 160.000 y el embarcadero 265.000, con un coste medio de
inversión de 100.000 pts/km.
En 1900 se empezaron a
construir en Lucainena los primeros de los ocho hornos de calcinación que hubo,
cuya función principal era separar las escorias del hierro y que quedan hoy
como testigos de la enorme actividad minera de la zona. Tenían 20 metros de
altura y en la actualidad, tras la consolidación de todos, se ha recuperado uno
de ellos con su estructura original, pudiendo utilizarse como mirador desde el
que se aprecia una panorámica tanto de los otros hornos como del entorno
próximo y de la Vía Verde que se ha habilitado utilizando los primeros 5
kilómetros del ferrocarril.
Hornos de calcinación de Lucainena de las Torres (www.fernandoalda.com) |
Las crisis de los años veinte
y la competencia del mineral de otros países hicieron pasar a su propietaria
por serias dificultades, hasta que en 1931 se suspendió la explotación de las
minas, el tráfico del ferrocarril y la carga de buques en Agua Amarga.
Gestionado por los propios
trabajadores durante la Guerra Civil, en 1939 se reiniciaron los trabajos en
minas, ferrocarril y cargadero hasta que en 1942 el vapor Bartolo cargó por
última vez en Agua Amarga. Poco después se desmantelaron las instalaciones
mineras y ferroviarias, quedando actualmente numerosos restos de todo ello.
Última carga de mineral en el vapor Bartolo - 1942 |
No hay comentarios:
Publicar un comentario