Pongámonos en situación: solo falta un día
para las vacaciones de verano, los exámenes ya acabados y dadas las notas. Un
día de clase por delante y cien chavales de trece a dieciséis años pensando más
en la piscina y en los dos meses que vienen, que en otra cosa.
Y ahora nos ponemos en la situación de
maestros y profesores: ¿Qué podemos hacer hoy con estos?
Solución: Vamos a pasear por Belmez y
conocer nuestro patrimonio industrial.
Y allá que nos fuimos, con una impresión
que se iba generalizando entre los alumnos: “Si por aquí delante paso yo todos
los días… ¿cómo va a ser esto algo importante?”
Y sí, lo es. Estamos hartos de repetirlo,
nuestros pueblos, sobre todo Peñarroya-Pueblonuevo y Belmez, son hijos de la
Revolución Industrial. Existían desde antes, sí, pero son lo que son merced a
la minería y la industria. Saber por qué están ahí muchos edificios y
cual fue su función durante décadas es fundamental para conocer nuestra
historia, y su divulgación debería ser labor de todos.
La visita estaba programada con una
duración de hora y media, poco para todo lo que habría de ver, pero más que
suficiente para no aburrir a los muchachos que, justo es reconocerlo, se
portaron mejor que bien, guardando silencio e interesándose por la historia de
los edificios visitados.
El paseo comenzó por la Plaza del Santo y
la Casa Grande, antigua Dirección de la Compañía de los Ferrocarriles
Andaluces. Sorprendió saber que desde esta casa partía una de las primeras
líneas telefónicas (si no la primera) que se instalaron en Andalucía, para unir
la Dirección con las minas de la compañía.
Seguimos por la Fábrica de Harinas de la
calle Córdoba, que sirvió para repasar la importancia de la industria harinera
y conocer cómo estas fábricas se convirtieron durante décadas en los
suministradores de electricidad a muchos pueblos, como fueron los casos de
Belmez y Villanueva del Rey.
Por proximidad, nos fuimos al edificio del
almacén de la mina Santa Isabel, que permitió hablar de las minas de la
comarca, las grandes compañías mineras y la importancia del carbón como
combustible, así como de las condiciones de trabajo de los mineros, una charla
que continuó en el monumento a los trabajadores situado en sus inmediaciones,
donde repasamos las mayores catástrofes y accidentes mineros de esta cuenca.
Hubiéramos ido hacia la “estación de la
estrecha” y el Montadero, pero no había tiempo, así que preferimos dirigirnos
al Teatro Principal, el primer café teatro que hubo en el pueblo y uno de los
lugares de esparcimiento de la población. Contiguo a él estaban los locales de
la Unión Belmezana, la primera asociación obrera de ayudas y socorros a los
trabajadores, que contaba con una pequeña biblioteca, escuela, panadería y
economato para sus asociados.
Cierto que el paseo fue breve, pero
creemos que productivo. Si alguno de los chavales se fue a su casa con el
convencimiento de que esos sitios por los que pasan todos los días están
cargados de pequeñas historias, la cosa ha valido la pena.
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