jueves, 15 de agosto de 2013

NUESTROS FERROCARRILES EN LA GUERRA CIVIL II

De la huida de octubre a la huida de enero
Comenzó el mes de octubre de 1936 y aún quedaban en zona republicana Belmez y Peñarroya-Pueblonuevo, que recibieron una oleada de alrededor de diez mil refugiados desde los pueblos de la Sierra de Sevilla, la Campiña cordobesa, Extremadura y Fuente Obejuna. Esta avalancha humana desbordó las posibilidades de Peñarroya-Pueblonuevo y Belmez, por lo que se establecieron trenes especiales tanto en la vía ancha como en la estrecha para evacuar a todos estos refugiados a pueblos de Ciudad Real, en espera de que el ataque del ejército nacional desde Córdoba no tardaría en llegar.
Realmente estos movimientos de personas se habían iniciado bastante antes, casi desde el comienzo de la guerra, por los ataques a los pueblos de la sierra de Sevilla, y de hecho, ya el 29 de agosto el alcalde de Peñaflor, que estaba refugiado en Peñarroya-Pueblonuevo, aludía en un informe a la necesidad de que el Gobierno republicano ordenara trenes especiales en los que pudieran alojarse y huir los refugiados que se encontraban en la zona.
Desde Córdoba comenzaron los ataques del ejército nacional el 30 de septiembre, conquistando sucesivamente Cerro Muriano, Estación de Obejo, Villaviciosa, El Vacar, Villaharta y Espiel, llegando el 11 de octubre a las proximidades de Belmez, que fue tomado en la tarde del día 12. Al día siguiente, sin apenas resistencia, cayó también Peñarroya-Pueblonuevo.

Diario "Azul"
En las noches de los días once al doce y doce al trece se produjo un éxodo masivo desde ambos pueblos hacia Almorchón y Puertollano. El alcalde de Belmez, D. Manuel Robledo (maquinista de Ferrocarriles Andaluces), el de Peñarroya-Pueblonuevo, D. Fernando Carrión (que además era Gobernador Civil interino), y el diputado D. Eduardo Blanco, organizaron la evacuación general de la cuenca, de una cuantía y características imponentes.
Contando con las once locomotoras aparcadas en las estaciones de Villanueva del Rey, Espiel y Belmez, se dispusieron otros tantos trenes desde Belmez con destino a Almorchón, además de otros varios desde Peñarroya. Y con las cuatro locomotoras estacionadas en el depósito de Cabeza de Vaca se organizaron cuatro trenes cargados de carbón con el mismo destino. Se establecieron además continuas circulaciones del ferrocarril minero “La Maquinilla” desde el Montadero de Belmez hasta la estación de Peñarroya, desde donde se siguió evacuando a la población el día siguiente. Para evitar el riesgo de que los trenes cayeran en manos de los nacionales, esa primera noche no se utilizó la vía estrecha.
En la segunda noche se establecieron varios trenes desde la estación de Peñarroya hacia Almorchón, pero siendo insuficientes hubo que poner en circulación los trenes de la vía estrecha en dirección a Pozoblanco y Puertollano. Como quiera que la línea estaba cortada en la estación de Belmez-Ermita desde ese mismo día 12, se contó para ello con seis locomotoras enviadas desde Puertollano a la Estación de Cámaras Altas, todavía en manos del ejército republicano, desplazándose hasta allí la población andando, en carros o en camiones.
Tratando de hacer un cálculo de las personas que huyeron en esas dos noches de Belmez y Peñarroya-Pueblonuevo, hay que tener en cuenta las cifras que aparecen en el archivo municipal, donde diversos documentos hablan de que el número de habitantes quedó reducido a la cuarta parte tras la toma por el ejército nacional, pudiendo estimarse que de Belmez huyeron alrededor de cinco mil habitantes y unos quince mil más de Peñarroya-Pueblonuevo, cifras a las que habría que añadir todas aquellas personas que, procedentes de otros lugares, se encontraban en ambas poblaciones.
Para el día 15 de octubre toda la cuenca minera estaba en manos del ejército nacional, aunque con el frente de guerra establecido entre La Granjuela y Valsequillo por el norte y entre Cámaras Altas y Villanueva del Duque por el Oeste, cortando en esos puntos las líneas férreas.

Una cierta "normalidad" en la cuenca minera.
Anuncios publicados en el diario "Azul" entre octubre de 1936 y enero de 1937

Lógico es que durante los casi dos años y medio siguientes, hasta el final de la guerra, hubiera algunos otros movimientos de población más o menos importantes, como las evacuaciones de La Granjuela, Valsequillo y Los Blázquez en abril de 1937 y junio de 1938, pero fue en los meses finales de la contienda cuando tuvo lugar un nuevo éxodo de población sólo comparable al de octubre de 1936, aunque ahora la huida sería hacia el sur.
Su origen fue la contraofensiva organizada por el ejército republicano a partir de diciembre de 1938, que tras la pérdida de los frentes del norte de España después de la Batalla del Ebro, decidió jugarse todo a la carta de tomar Córdoba y Sevilla, atacando simultáneamente desde el sureste de Badajoz, suroeste de Ciudad y norte de Córdoba.
El mayor de los ataques de la aviación republicana se produjo la noche del 5 de enero de 1939, apoyada por intensos bombardeos desde la estación de Cámaras Altas, que llegó a ser controlada por el ejército republicano. Puesto que los ataques se estaban produciendo indiscriminadamente contra militares y contra población civil, se organizó la evacuación de Peñarroya-Pueblonuevo y Belmez, tanto por carretera como por ferrocarril. Por la fecha en que se produjo y por su magnitud, este episodio de la guerra tuvo nombre propio en la comarca: “La Huida de Enero”.
Personal de los Hospitales Militares de Belmez y Peñarroya
en 1937 y 1938 respectivamente
Para evacuar a la población por carretera se ordenó que todos los camiones que fueran hacia Córdoba estaban obligados a parar y recoger a cuantas personas pudieran, con el inconveniente de que la aviación republicana, al considerar que se trataba de convoyes militares, hizo algunas pasadas ametrallando la carretera, lo que disuadió a muchos para emprender la huida por la orilla del Guadiato hasta Córdoba, aprovechando los caminos y coladas, deteniéndose en las estaciones y casetas de paso a nivel para intentar tomar algunos de los trenes que iban hacia la capital.
Y es que, al igual que sucedió en octubre de 1936, la mayor parte de la población utilizó en su huida los trenes especiales establecidos al efecto, ahora por el ejército nacional, que ante el peligro de bombardeos a la vía o de actos de sabotaje, estableció un servicio de vigilancia a lo largo de toda la línea hasta El Vacar, e incluso, para evitar las cargas explosivas que se hubieran podido colocar en las vías, los trenes llevaban delante una locomotora de reconocimiento con una especie de “apartavacas” para echar fuera de ella los explosivos.
Tenían estos trenes el inconveniente de que ni sus maquinistas ni los jefes de estación conocían hasta donde llegarían. Salían de Peñarroya y Belmez y podían parar en Espiel, Villaharta, Cerro Muriano o Córdoba, según si la vía estaba despejada o no, e incluso, cuando el número de refugiados en Córdoba llegó a ser excesivo, los maquinistas tenían orden de no parar y dirigirse directamente hasta Málaga o Sevilla, por lo que la población quedó dispersa en varias provincias hasta el final de la guerra.

Continuará...



From the October exodus until the January one
At the beginning of October  1936 Belmez and Peñarroya-Pueblonuevo were still in the Republican area, which received about ten thousand refugees from the villages of the mountains of Seville, the Cordovan countryside, Extremadura and Fuente Obejuna.  This human avalanche overflowed the capacities of Peñarroya-Pueblonuevo and Belmez, so special trains were put on in narrow gauge and wide gauge in order to deploy all those refugees from the villages of Ciudad Real, waiting for the National Army attack from Córdoba. 

These movements of people had actually begun a bit before, almost from the beginning of the war, due to the attacks on the mountain villages of Seville. On 29th August the Peñaflor Mayor, who was given refuge in Peñarroya-Pueblonuevo, explained in a report the need for the Republican government to order special trains where the refugees in this region could run away.

The  Nacional  Army attacks began on  30th September from Córdoba. Cerro Muriano, Obejo Station, Villaviciosa, El Vacar, Villaharta and Espiel were taken consecutively, approaching Belmez on 11st October, which was taken in the afternoon of 12th. The next day, with hardly any resistance, Peñarroya-Pueblonuevo was also taken.     


During the nights of the 11th to the 12th and  the 12th to 13th a massive exodus occurred from both villages to Almorchón and Puertollano. Belmez Mayor, Mr Manuel Robledo (a driver of Ferrocarriles de Andalucía), Peñarroya-Pueblonuevo Mayor, Mr Fernando Carrión (who also was temporary Civil Governor) and the representative Mr Eduardo Blanco organized the logisties of a huge evacuation of the mining area.

Besides the eleven locomotives kept in the stations of Villanueva del Rey, Espiel and Belmez, other trains from Belmez to Almorchón were prepared/arranged in addition to other ones to Peñarroya. The four locomotives stationed in Cabeza de Vaca were used to pull four trains loaded with coal. The mining railway “La Maquinilla” had continous service from Belmez to Peñarroya station, WHERE the population carried being evacuated from the next day. In order to avoid the risk that the trains were captured by the Nationalists, the narrow gauge wasn’t used the first night.

On the second night several trains ran from Peñarroya to Almorchón, but as this wasn’t enough, the narrow gauge trains also had to be put in service to Pozoblanco and Puertollano. As the line to Belme-Ermita was stopped on 12th, six locomotives were sent from Puertollano to Cámaras Altas station, which was still in Republican hands so the population of these villages  went there on foot, by cart or lorry.

In order to calculate the number of people who run away from Belmez and Peñarroya-Pueblonuevo those two nights, it is necessary to take into account the figures which are in the Municipal Archirve where several documents say that the number of inhabitants was reduced by 75% after the National Army occupation. It is possible to estimate that five thousand inhabitants ran away from Belmez and fifteen thousand from Peñarroya-Pueblonuevo, to this figure it is necessary to add the people who were in both villages but who were from another.
On 15th October the whole mining area was in National Army hands, the war front was set up between La Granjuela and Valsequillo in the north and between Cámaras Altas and Villanueva del Duque in the west, in these places the train lines were cut.


For the next two and a half years, until the end of the war, there was more migration of the population with the evacuation of La Granjuela, Valsequillo and Los Blázquez in April of 1937 and in June of 1938. But in the final months of the war a new exodus of the population happened, which was as important as that  mentioned in 1936, although the last escape was to the south.

The cause of this exodus was the counteroffensive organized by the Republican Army from December of 1938, it was after the loss of the north fronts, after the Ebro Battle, and it was decided to bet everything on taking Córdoba and Seville, attacking at the same time from the south east of Badajoz and the south west to Ciudad and the north of Córdoba.

The most important attack of the Republic air force happened during the night of 5th January 1939, supported by heavy bombings from Cámaras Altas station, which became controlled by the Republican Army. As the attacks were happening indiscriminately against soldiers and civil population, the evacuation of Peñarroya-Pueblonuevo and Belmez was organized by road and train. Due to the date and the importance, this event was known in the area as: “La huída de enero”.


To evacuate the population it was ordered that the lorries, which travelled to Córdoba, were forced to stop and pick up as many people as they could, but the Republican air force machine-gunned several times because they thought the lorries were military convoys so many people decided to take away to Córdoba for the shore of the Guadiato river, for the paths, narrow passes and tracks. They stopped in the railway stations and in the guard boxes of the level crossings to try to catch some train to Córdoba.

As it had already happened in October of 1936, most of the population used the special trains to escape, which the National Army had established due to the danger of bombing to the tracks and sabotage. A surveillance service was also set up along the line long to El Vacar, and the trains carried a locomotive in front of which had a kind of “apartavacas” to throw out the explosives in order to avoid the explosive charges which could have been put on the tracks. 

But in these trains neither the drivers nor the station managers knew where they would arrive. They came from Peñarroya-Pueblonuevo and Belmez and they would stop in Espiel, Villaharta, Cerro Muriano or Córdoba, depending on whether the track was clear or not. When the number of refugees was excessive, the drivers had the order not to stop and to go directly to Málaga or Sevilla so the population was scattered in several provinces until the end of the war.

Translation by Silvia Alonso Blanco

2 comentarios:

  1. La foto del equipo médico que ejercía en Peñarroya en 1.938 me ha llenado de emoción, pues mi padre pasó dos veces herido por ese hospital por lo que supongo lo atenderían estas enfermeras, esta monja y estos médicos con sus ayudantes, es maravilloso, gracias Ruben a tí y a tus colaboradores en vuestro blog. Voy a visitaros en Peñarroya de nuevo a finales de Septiembre.

    ResponderEliminar
  2. El soldado camillero de la derecha en la foto de 1937 es el hermano de mi abuelo, allí mismo tuvo que atender a otro hermano con una herida en el vientre y que murió allí mismo en sus manos. Muchas gracias por la historia y las fotos.

    ResponderEliminar