miércoles, 8 de febrero de 2012

Crónica rosa: Una boda en Place Vendôme


La semana pasada fui a una boda.

Como el novio pidió matrimonio a ella en París, tuvieron la ocurrencia de que las mesas de los invitados en vez de tener un número, como suele ser lo habitual, tenían el nombre de un lugar emblemático de esta ciudad: que si Torre Eiffel, que si Campos Eliseos, que si Notre Dame… y así hasta veinte (como no podía ser de otro modo, la de los niños era Eurodisney). Pues bien, aunque el novio asegura que la cosa estaba estudiada (cosa que sigo sin creerme), a los pocos invitados que fuimos de Belmez y Peñarroya nos pusieron en la Place Vendôme. Todo un detalle y un acierto, al estar nuestro pasado tan unido al nº 12 de esa plaza de París.


Hace casi un año ya editó Rubén en este blog una entrada mucho más seria sobre el tema (En un lugar de París) y recomiendo que se vuelva a leer, para no repetir lo que allí pone. Pero hoy, como aún me dura el glamuroso efecto de la boda del otro día, me voy a permitir la licencia de hacer una crónica de algunos de los personajes que residieron en ese nº 12. Todo en rosa, lo más rosa que pueda.

Como advertencia y a modo de descargo, he de decir que seguro que hay quien se pregunte que qué pinta esta entrada en un blog como este. Pero creo que tiene que haber de todo, que esta es otra forma de ver la historia, con sus tejemanejes y líos de faldas, lo que, en ocasiones, puede llegar a ser muy divertido. Así que nada, un poquito de wikipedia, más de internet, consultas en páginas viajes, algo de mi cosecha y hasta datos extraídos de una revista Pronto que leí hace unos años.
Sólo por recordar nuestra vinculación con el nº 12 de Place Vendôme, hay que decir que desde mediados del siglo XIX, la vida económica y social de Belmez y Peñarroya-Pueblonuevo dependió de las decisiones que allí se tomaban. Además de la Sociedad Minera y Metalúrgica de Peñarroya y la Sociedad Hullero-Metalúrgica de Belmez, un cúmulo de empresas e intereses económicos tuvieron esa misma sede, pues fue allí donde se asentó parte del imperio minero y ferroviario de los acaudalados Rothschild, y donde estuvo el domicilio social de la Compañía de Los Santos (que inició la explotación racional del carbón y los metales del Guadiato), la Sociedad Carbonífera y Metalúrgica de Belmez, la Compañía Fives-Lille (la mayor constructora europea de ferrocarriles), la Compañía del ferrocarril de Ciudad Real a Badajoz y la Compañía del ferrocarril de Madrid-Zaragoza-Alicante, entre otras.

En 1860 instaló también allí su domicilio uno de los personajes más relevantes del imperialismo francés: el Vizconde Fernando de Lesseps, que había sido cónsul en Málaga y construyó el Canal de Suez.Precisamente de Málaga llegó a nuestra cuenca el capital de Loring, Larios y Heredia, con la intención de explotar nuestras minas (a través de la sociedad Fusión Carbonífera y Metalífera de Belmez y Espiel), y construir el ferrocarril de Belmez a Córdoba y Málaga, donde pretendían crear un depósito de carbones en el que se suministrarían todos los buques que circularan por el canal.
Obras de construcción del Canal de Suez, dirigidas desde el 12 de Place Vendôme por Lesseps
Algo mucho más poético, fue también en esta casa donde en 1849 murió de tuberculosis el compositor y pianista Federico Chopin, que había vivido antes en Mallorca. 
Pero, sobre todo, fue la residencia de soltera de María Eugenia Palafox Portocarrero y Kirkpatrick, condesa de Teba, conocida como Eugenia de Montijo, y emperatriz de Francia por su boda con Napoleón III en 1853.

Eugenia fue educada en el convento del Sacré Coeur de París, donde recibió una educación católica, lo que no le impidió tener numerosos pretendientes y hasta intentar suicidarse por amor con fósforos diluidos en leche. Fue acosada por los amantes de su madre y fue ella la que pretendió al Duque de Alba, que acabó casándose con su hermana Francisca.

Se cuenta que fue su madre, experta en estas lides, la que se dedicó a “exhibir” a sus dos hijas en todo tipo de actos, tratando de lograr el mejor partido para ellas. Y a fe que lo consiguió; una, Duquesa de Alba y otra, Emperatriz de Francia, merced a que conoció a Napoleón III en los bailes que este dio en el Palacio del Eliseo con motivo de su coronación.

Como en determinados círculos franceses no acababa de verse bien esta boda, más aún por ser española, en muchos lugares se dedicaron a ofenderla todo cuanto pudieron, y así, la prensa amarilla (o rosa) de aquella época se preguntaba continuamente si “¿La señorita Eugenia de Montijo continúa siendo señorita?”. Próspero Merimée, uno de los amantes de la madre de Eugenia, que parece ser que se inspiró en ella para escribir su “Carmen”, dijo que “La boda del emperador es el resultado de una erección y no de una elección”. Por último, Plon Plon, el primo del Emperador, que imprimió numerosos pasquines contra “La Española”, llegando a manifestar que “No valía la pena haber luchado tanto para casarse al fin con una puta”.

Al margen de todo ello, hay que reconocer que se trataba de una mujer muy adelantada a su tiempo, dio relevancia al Imperio Francés y fue un espejo en el que se miraba toda la grandeza europea: Fumaba, bebía, nadaba en el mar, enseñaba los tobillos, abogó por el sufragio femenino, puso de moda el maquillaje, los regímenes para adelgazar, el miriñaque, el color malva (el mismo que el de sus ojos) y los aparatos de gimnasia, igual que su coetánea Sissi, la emperatriz de Austria.

También apoyó las investigaciones de Luis Pasteur, que acabarían en la vacuna contra la rabia, y favoreció a su pariente Fernando de Lesseps en la construcción del Canal de Suez, a cuya inauguración en 1869 asistió en su condición de emperatriz como principal invitada e impulsora de tan magna obra.

Su matrimonio fue para ella un calvario, pues pasados los primero meses, el emperador la engañó de manera habitual. Sólo tuvo un hijo, al que mataron los zulúes en Sudáfrica en 1879, y fue ella quien “inventó” los veraneos en el cantábrico, en San Sebastían y Biarritz, donde construyó el palacio hoy conocido como Hotel du Palais. No podemos olvidar al respecto que fue en San Sebasíán donde, en el verano de 1894, la Reina María Cristina firmó la Ley especial para la creación del municipio de Pueblonuevo del Terrible, independiente del de Belmez. 

Nº 12 de Place Vendôme (Fotografía de F.J. Aute)
Y ahora vamos a relacionar entre sí a algunos de estos personajes, partiendo de la lista de amantes de María Manuela Kirkpatrick, madre de la condesa (realmente se decía que María Eugenia no era hija del conde de Montijo, sino del diplomático inglés Lord Clarendon). Pues bien, entre ellos, se encontraban Prospero Merimée, el torero “El Sevilla”, y dos de los habituales del nº 12 de Place Vendôme: el multimillonario Jacobo Rothschild y el vizconde Fernando de Lesseps, que era su primo, además de su amante.

Tampoco Napoleón III desaprovechó sus visitas a esta casa, donde además de a la propia María Eugenia, se trajinaba a María Wodzinski que, siendo aún menor de edad, ya había estado prometida en secreto con el compositor Federico Chopin y del que su familia le hizo desistir por la enfermedad de éste.

Años antes, Chopin había asistido a una velada ofrecida por el banquero James de Rothschild, de la que surgió el patrocinio de la baronesa de Rothschild al genial pianista, que este agradeció dedicando su Valse Op. 64, N° 2 en C sostenido menor a su hija Charlotte.

No hay que dejar atrás a un relevante personaje de esa época: el egabrense Juan Varela, Diputado y Senador por la provincia de Córdoba; conocido por su faceta de escritor, pero del que no hay que olvidar que fue estuvo ligado a la Compañía de los Ferrocarriles Andaluces, y que como diplomático ocupó diferentes cargos en Frankfurt, Lisboa, Washington y París, codeándose con las más altas instancias sociales y frecuentando a la Condesa de Montijo, tanto en París como en Biarritz.
Pozo Parent en 1902, junto a Pueblonuevo del Terrible
Y como está de moda lo de los yernos, también tuvimos uno de importancia en esa casa: Basile Parent, fundador de la sociedad Parent-Schaken y Cía., sociedad constructora del ferrocarril de Almorchón a Belmez, que fue yerno de León Say, Ministro de Hacienda francés y miembro del comité de MZA en París. Por cierto que en los terrenos del Cerco Industrial de Peñarroya, los dos pozos de mayor importancia llevaban sus sombres, uno, el Pozo Parent, aproximadamente donde ahora se instala el mercadillo, y el otro, el Pozo Shaken frente al edificio de la Dirección. Los 2,5 km. de ramal ferroviario que, con forma de Y, iban desde la estación de Peñarroya hasta estos pozos son de los más antiguos que utilizó La Maquinilla.

La Alta Joyería

La Place Vendôme, situada en el I Distrito de París, al norte del Jardín de las Tullerias y al este de la iglesia de la Magdalena, es hoy en día una de plazas más famosas del mundo y ciertamente la más fashion de todas, el lugar de lujo y glamour de París y el centro de la alta joyería.


Joyería Chaumet, en el nº 12 de la Plaza (Fotografía de F.J. Aute)
Numerosos y reputados joyeros la han elegido como sede. En el propio nº 12 se instaló el joyero Chaumet, orfebre y lapidario de las famosas gemas del Emperador, entre ellas la tiara que Napoleón Bonaparte ofreció al Papa. Y entre los más importantes que podemos encontrar en esta plaza están Alfred y Louis Cartier, Mauboussin, Aldebert, Alfred Van Cleef et Salomon Arpels, René Boivin, Gianmaria Buccelati, Tecla, Audemars Piguet, Poiray, etc.
Chanel, que tiene allí una boutique, se inspiró en la forma octogonal de la plaza para los frascos de sus perfumes.

A esta plaza llegan personas de la jet-set internacional, ya sean reinas, princesas, modelos, cantantes, actrices o simplemente personas comunes y corrientes, pero con mucho dinero. ¿Te apetece comprar un reloj de Cartier, Maubossin o Buccellati? ¿Qué tal un collar Audemars Piguet, unos aretes Poiray o unas esmeraldas Alexandre Réza? ¿Algún perfume Chanel? Aquí se encuentran todas estas tiendas.
Para hospedarse, el Hotel Ritz, ubicado exactamente enfrente de la plaza.

Y para acabar esta crónica en rosa, sólo queda recomendar dos películas: “Place Vendôme”, de 1988, con Catherine Deneuve de protagonista; y “Eugenia de Montijo”, de 1944, en la que la protagonista fue Amparo Rivelles.

3 comentarios:

  1. Sin palabras. Un post magnífico.
    Quién nos iba a decir, que la historia de nuestros pueblos había pasado por las veladas nocturnas de un piso a tantos y tantos kilómetros del Valle del Guadiato. Cada vez en que escarbo más en la historia de Peñarroya, Pueblonuevo y Belmez, me fascino más.

    Muy buen trabajo.

    Un saludo.

    trenesdepenarroya.blogspot.com

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  2. Estupendo trabajo, siempre interesante conocer un poco mas de la historia de nuestro querido pueblo.
    Saludos.
    mariapdm2008

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  3. ¡Muy bueno post!

    Gustaría de saber un poco más a respecto del Pozo de Shaken, en concreto, acerca de los 2,5 km del ramal de ferrocarril. He buscado en cartografías antiguas, pero no me queda claro como realmente era el tramo.

    Saludos,
    Gracias

    patriciawfl@gmail.com

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