Reconstruir la verdadera historia de los municipios industriales es de las tareas más difíciles a las que se puede enfrentar la sociedad civil que vive en ellos. A diferencia de una mayoría de municipios construidos en el medievo y en épocas anteriores donde casi todo está documentado en iglesias, monasterios y archivos generales de la administración y existe un verdadero afán investigador por ellos en las universidades y doctorandos, en los pueblos fabriles gran parte de la documentación y material gráfico se encontraba en poder de las grandes empresas mineras e industriales de aquellos tiempos, las cuales, tras la partida de nuestras localidades una vez extraído todo el beneficio posible volvieron a sus puntos de origen o desaparecieron con la parte más sensible de este material o bien los abandonaron por obsoletos. La desmemoria y el desarraigo de los trabajadores de estas compañías, unido a la emigración de una mayoría contribuyeron de forma decisiva al olvido, siendo muy difícil en los tiempos actuales reconstruir un relato plausible sobre lo ocurrido en nuestra tierra entre los siglos XIX y XX.
Es conocido el noble esfuerzo de los cronistas oficiales e investigadores aficionados de nuestras localidades por recuperar textos e informaciones buceando en archivos de ayuntamientos, prensa histórica y fuentes orales pero siempre nos ha faltado la parte material, la de los objetos, la tangible, la que se explica mejor o con poco esfuerzo y, lógicamente, la más pedagógica.
Sección de ajuste de los Talleres Generales de la SMMP, hacia 1915 |
Es así, con mucha paciencia, aceptando el dolor de lo mucho que se ha perdido y asumiendo muchos errores de interpretación por la ausencia de piezas que justifiquen determinadas versiones, como los diversos colectivos patrimoniales como Desde la Cima y La Maquinilla y museos de Belmez y Peñarroya-Pueblonuevo van haciendo historia y siguen trabajando en la reconstrucción de un puzle arqueológico que nunca debió desmontarse.
Este largo y penoso proceso de búsqueda sólo en contadas ocasiones da frutos extraordinarios. Es entonces cuando nuestra labor, muchas veces incomprendida por nuestros vecinos, cobra sentido.
Primera foto conocida de la Estación de Peñarroya (1895) en la que estaba ubicado el reloj adquirido por la Asociación Desde la Cima y la Asociación La Maquinilla |
Así, en fechas recientes, tras un minucioso rastreo y una fuerte inversión económica la Asociación Desde la Cima y La Asociación La Maquinilla la semana pasada lograron adquirir interesantes artefactos que permiten explicar mejor la historia industrial de nuestro municipio:
La primera centralita del Cerco Industrial de Peñarroya a través de la que se coordinaban todas las comunicaciones que se producían entre los diversos servicios integrados en él. Se estima, por los materiales con lo que fue construida y por la marca de la misma, la francesa Societé Industriel des Telephones, que fue instalado entre los años 20 y 30 del siglo XX en la oficina de planos de los Talleres Generales de la compañía.
La amalgamadora de la fábrica de desplatación del Cerco Industrial, por medio de la cual se separaban metales preciosos como el oro y el platino de los concentrados de plata obtenidos tras el tratamiento del plomo argentífero. Es eléctrica, de marca española y su datación es de los años 40 del siglo XX. Es muy probable que antes de la instalación de esta máquina estos procesos fueran más costosos, largos y difíciles.
Edificio desplatación, hacia 1920 |
La mesa de delineación de la oficina de planos de los Talleres Generales en la que se diseñaron muchas piezas y elementos que hacían funcionar las minas e industrias de la comarca en el último medio siglo así como objetos cotidianos que un día pasaron desapercibidos como la escalerilla de la piscina del Círculo Franco-español, hoy Parque Carbonífera. Es de la marca bilbaína Arbeo y data de los años 40 del siglo XX.
Pero la pieza más relevante y por la que merece la pena todo este sacrificio es la esfera de bronce del primer reloj de la estación de Peñarroya de vía estrecha. Al igual que el reloj de de torre de la antigua sede de la Sociedad Minera y Metalúrgica de Peñarroya próximo a sus restauración es de la marca Paul Garnier y se estima que tiene más de 120 años de antigüedad.
Reloj Paul Garnier de la Estación de Peñarroya adquirido en fechas recientes por la Asociación La Maquinilla y la Asociación Desde la Cima con fondos de UdPñ |
Todo este material estaba localizado desde hace varios años pero la elevada suma de dinero solicitada por los respectivos dueños hacía imposible la operación. Finalmente han sido los fondos de Unión Demócrata Peñarriblense (UdPñ), cuya junta directiva, tras su baja como partido ha querido destinar el remanente de sus cuentas a la adquisición y conservación del patrimonio cultural de Peñarroya-Pueblonuevo, los que han permitido la salvación de estos objetos de una más que probable desaparición.
El mismo será almacenado en el Centro de Interpretación de la Vía Verde del Guadiato y Los Pedroches (CIVV) a la espera de ser restaurado, expuesto y contextualizado en un lugar apropiado, digno y seguro. En cuanto al reloj, se encargará un réplica a una empresa especializada que será ubicada en el lugar original de la estación de vía estrecha, una vez que haya sido rehabilitada.
Desde este humilde medio de comunicación queremos agradecer el compromiso y sensibilidad que los concejales e integrantes de UdPñ han manifestado por el patrimonio industrial local, algo que viene de lejos, cuando gobernaban la localidad bajo las siglas del PSOE, una actitud que han llevado a gala incluso en sus últimos días como organización política.
Por último, desde el colectivo de La Maquinilla queremos reiterar nuestra voluntad de continuar recuperando el pasado material e inmaterial en relación a la industria y los ferrocarriles de la comarca para lo cual seguirá apostando por la unión con la Asociación Desde la Cima, en primer lugar, porque entienden como nosotros que la defensa del patrimonio local es un asunto educativo fundamental para nuestra ciudadanía, además de democrático y, en segundo lugar, porque entendemos que el progreso de nuestra sociedad se debe basar en el trabajo en equipo.
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