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jueves, 10 de enero de 2019

Barreras para la convivencia



Desde que se puso la primera piedra de una vía verde en nuestra zona, este colectivo siempre ha apostado por el diálogo y el entendimiento entre todas las partes implicadas entre las que se incluyen instituciones locales, Mancomunidades, Diputación, profesionales de la agricultura y la ganadería y, lógicamente los usuarios.

Así, poco a poco lo que en su día era un proyecto de locos se fue abriendo paso y ha llegado a convertirse en un gran activo social, cultural y  económico para nuestra zona. Es más, nos atrevemos a decir que sin esa premisa nada de lo que disfrutamos hoy existiría.

A través de la aplicación de  medidas pasivas de regulación  del tráfico motor, la impartición de charlas y actividades en colegios e institutos, la instalación de  señalética de prohibición e incluso la redacción de una ordenanza hemos intentado educar a la gente y, sobre todo, enseñar a utilizar una infraestructura que hasta hace unos años era totalmente nueva.

No obstante, pese a los esfuerzos realizados por una mayoría de ciudadanos entre los que incluimos, también, a nuestros agricultores y ganaderos, tenemos que reconocer que no todos han aceptado del mismo grado  las normas que nos hemos dado  para que las cosas funcionen.

Sin sanciones, sin control y a expensas de la buena voluntad de los usuarios ha  empezado a ser  tristemente  habitual ver coches y quads por el tramo belmezano de la vía verde, comprometiendo  la seguridad de senderistas y ciclistas y afectando a la durabilidad de la plataforma ferroviaria. 

Es por ello que por el bien de todos nos hemos visto obligados  a instalar  pivotes fijos de limitación del tráfico  en determinados puntos del recorrido.

No ha sido fácil para nosotros ni para el Ayuntamiento de Belmez como gestor de la ruta   tomar esta decisión,  en tanto que acarrea molestias a algunos profesionales del campo que por otra parte si hacen un  uso correcto de la plataforma ferroviaria. A todos ellos  les agradecemos su colaboración y  respeto en este sentido.

Sin embargo, nuestros vecinos, desde un punto de vista general,  tienen que entender que no todo vale en  la primera ruta cultural en la comarca  ni cualquier uso está justificado en una vía verde, por mucho que ocupe el mundo  del motor en nuestras vidas. 


Queremos recordar que para que una ruta mantenga el estatus de vía verde y, por tanto, pueda recibir fondos públicos para su mantenimiento, unos fondos que están ayudando a muchas familias con dificultades económicas de Peñarroya-Pueblonuevo y Belmez, no es suficiente con que tenga un origen ferroviario, sino que éste depende de los usos que hacen los ciudadanos de ella  y de los  cuidados que procuran los entes gestores.

No es la primera vez en que una Vía Verde española ha dejado de serlo y, por tanto, perdió los privilegios derivados de esta condición, por no atender estas normas básicas.

De este modo, tanto aquellos que están de acuerdo con la medida como aquellos que no lo están tienen que entender que con el mantenimiento adecuado de  esta infraestructura nos jugamos mucho más  de lo que pensamos: dinero para nuestra gente  en forma de subvenciones, algo que es cuantificable,  publicidad turística para nuestros pueblos en numerosos medios de comunicación regionales  y nacionales y, lógicamente, prestigio, que no es medible pero que ayuda  a quien lo tiene.

Es la fuerza de tales argumentos, el  pragmatismo   y no el ecologismo  de salón o nuestro  capricho   lo que nos ha llevado a tomar estas medidas aparentemente  carentes de sentido.

En cualquier caso tengan presente  que no son tanto las normas sino la voluntad para encontrar soluciones a los problemas que  compartidos lo que define una sociedad civilizada. El tiempo dirá si lo somos o no. Gracias a todos por vuestra colaboración. 

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