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jueves, 16 de agosto de 2018

Homenaje a Emiliano Mansilla





Transcribimos el discurso del homenaje a Emiliano Mansilla celebrado el pasado lunes, 18 de Agosto, en el kilómetro 6 de la vía verde de La  Maquinilla, Emiliano Mansilla, siempre con nosotros:


Buenas tardes a todos, autoridades, familiares, ciudadanos de bien de Peñarroya y Belmez y gracias por asistir a este humilde homenaje a Emiliano Mansilla Alcaide,  una persona que desgraciadamente ya no está en entre nosotros como todos sabéis, que quiso ser anónima hasta el final  y que ha significado mucho para el movimiento asociativo por una vía verde en el Guadiato.

Si bien durante  los  7 años que trabajó con nosotros siempre le obedecimos, debo confesar  que ésta es quizá  la única vez que no cumplimos la voluntad de nuestro querido amigo, siempre tan opuesto a los homenajes. Espero por tanto que nos disculpe desde dondequiera que  esté, y que nos permita esta pequeña travesura.

De hecho, cuando bromeaba con él sobre la idea de bautizar este paseo con el nombre de  Emiliano Mansilla,   se echaba a reír y apostillaba que esas cosas eran para  las personas importantes, con esa actitud humilde que solo caracteriza a la gente sencilla.

Aquella conversación  que tuve con él  no muchos meses atrás me hizo reflexionar sobre el concepto de persona importante ¿Es la aquella que se labrado un nombre con su esfuerzo? ¿Tal vez la que tiene más dinero? ¿O más poder? ¿Es el familiar más cercano?

La primera vez que le vi un poco más allá, en el por aquel entonces  vetusto, polvoriento y pedregoso trazado ferroviario de La Maquinilla era Verano. No sé de dónde salió. Más tarde conocí su afición por esconderse por estos parajes en soledad, a ver la vida pasar.   Se me acercó  y estuvo un  buen rato parado  cerca de mí, observándome en silencio. Yo estaba regando los árboles con unas garrafas.  Entonces me preguntó que qué hacía. Le hablé del proyecto de vía verde y de mi ilusión por crear una gran ruta turística en el Guadiato que uniera el Patrimonio industrial, minero y ferroviario de nuestros pueblos para beneficio de todos.  Recuerdo perfectamente cómo asentía mientras miraba como depositaba las garrafas  en los alcorques. La única respuesta que  saqué de él aquella calurosa  tarde de verano fue que los árboles los  iban a romper la gente de aquí con ese tono entre duro y áspero que sólo conocen quienes le trataron. 




Se marchó y no volví a verle hasta unas semanas después.

A los pocos días  volví al mismo sitio para regar y pude comprobar que éste había cambiado. Algunos árboles tenían una guía de caña, con sus correspondientes asideros, estaban limpios de maleza y parecía que una mano amiga anónima estaba cuidando de ellos.

A la semana siguiente, otra vez la misma rutina y así veía cómo  el número de árboles cuidados aumentaba hasta alcanzar el centenar entre el pozo de  Las palomas y el punto en el que nos encontramos.  Aquel hecho me dio   esperanzas a mí y a mi familia para seguir adelante con el proyecto de vía verde. Y es que cuando estás solo, y nosotros lo estábamos, cualquier tipo de ayuda es crucial. Fue así como dio comienzo nuestra particular amistad y su labor de mantenimiento en la vía verde de la maquinilla.

Con sus propias manos, con sus garrafas de plástico, su serrucho y su imaginación Emiliano Mansilla  fue mimando los árboles de los que hoy disfrutamos.

No hubo contrato de por medio. Nunca tuve que pedirle ayuda. Ni siquiera la primera vez. Simplemente se puso a trabajar porque sabía hacerlo, porque podía hacerlo y porque quería hacerlo,  incluso a pesar de sus problemas de salud. Hasta sólo  hace 3 meses era normal verlo por aquí…


Fue entonces cuando aprendí que una persona importante es aquella que, en primer lugar, es útil a la comunidad en la que vive, en segundo lugar,  cumple con su deber más allá de lo que se espera de un ciudadano normal y, en tercer lugar,  lo hace por amor, de forma desinteresada, sin esperar nada a cambio.

Emiliano Mansilla no era una persona famosa, ni la más rica, ni la más poderosa; tampoco la más cercana desde el punto de vista personal. Todos conocíamos sus salidas de tono que después se quedaban en nada.  Pero si fue una persona que  quiso ayudar,  echar una mano, poner al servicio de sus vecinos  lo mucho o lo poco que sabía, tanto da.

Emiliano se había convertido sin saberlo y sin quererlo en una persona importante para todos los que le conocimos y también para los que no lo hicieron.

Si hoy la Vía Verde del La Maquinilla y el proyecto de Vía Verde del Guadiato significan algo  en esta zona se debe, sin duda, a la labor de este hombre, un hombre que  quería ser uno más pero al que le tocó ser alguien imprescindible.

Emiliano Mansilla representa o debe representar para todos nosotros el ejemplo  del hombre corriente que trabaja y que se esfuerza por crear, si no un mundo mejor, un objetivo inalcanzable para todos, si una realidad cercana más amable, dentro de sus defectos, que son muchos.

La sociedad de Peñarroya-Pueblonuevo  demanda  este tipo de personas imortantes para salir de la situación en la que nos encontramos.

El legado de Emiliano debe inspirar a  las nuevas generaciones de peñarriblenses, entre las que ya no me incluyo por desgracia, para conseguir el municipio que todos deseamos. Por ello  nuestro deber como Asociación es preservar su memoria  y aplicar su recuerdo para demostrar que  existe otra manera de ser peñarriblense, más allá de la queja, la exigencia o el reproche.

Como simple ciudadano y como miembro de esta comunidad de individuos  a los que nos ha tocado compartir este lugar en el  mundo y sus circunstancias doy  las gracias a Emiliano Mansilla, a sus familiares y a la vida, pues, por su generosidad para con todos nosotros y por darme el privilegio de conocer a una persona importante, tan importante, que nunca quiso serlo.



Muchas gracias. 


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